García Ortega, Adolfo: Fantasmas del escritor. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2017. 231 páginas. Comentario realizado por Fátima Uribarri Bilbao.
Adolfo García Ortega lleva 30 años militando en la literatura desde todos los frentes. Ha sido editor, es poeta, novelista, ensayista, articulista, traductor, crítico literario y ahora asesor del área editorial del Grupo Planeta. En Fantasmas del escritor (el título es un guiño al libro de Ernesto Sabato El escritor y sus fantasmas) vuelca las opiniones, reflexiones, experiencias y sabidurías adquiridas tras décadas degustando cultura.
Las reflexiones que a modo de capítulos breves se suceden en este libro son de lo más variopintas. Hay recuerdos de veladas con primeras espadas de la literatura como Guillermo Cabrera Infante; hay homenajes a sus ídolos, como Roland Barthes o Gustave Flaubert; hay textos que son interesantes guías de viaje. Este compendio de pareceres es muy personal. Comprende las lecturas de Adolfo García Ortega, las películas que le han marcado y sus puntos de vista sobre la política y el mundo.
Cada lector tendrá su particular conexión con el autor, pero lo que es indudable es que quien se adentre en este libro ya tiene de partida un interés por la literatura, así que disfrutará cuando García Ortega despliega sus conocimientos y hace una disección de sus lecturas o cuando relata sus experiencias en el mundillo literario. Él es traductor de francés y un experto en literatura francesa, así que sus análisis de la literatura gala están muy bien fundados. Es una suerte asistir a sus clases magistrales. Aprender, por ejemplo, que “Rimbaud es lectura para encenderse de joven y para revigorizarse en todo tiempo y edad”. Pero no es Fantasmas del escritor un rosario de halagos. En absoluto. También hay dardos. Martin Amis, por ejemplo, a García Ortega le parece insustancial. Huecos y presuntuosos son en su opinión otros miembros del muy loado dream team británico como Jonathan Coe, Julian Barnes, Ian McEwan o Graham Swift. Se disfrutan especialmente los apuntes sobre asuntos en los que el autor es más ducho, sobre todo literatura francesa; se puede discrepar en los gustos cinematográficos o musicales y también descubrir los aspectos más íntimos del autor en los distintos capítulos titulados Autorretratos.
Como broche final a este compendio de píldoras reflexivas sobre casi todo, Adolfo García Ortega ofrece el epílogo Una teoría personal de la literatura con 25 puntos desgranados de una manera casi telegráfica que incluyen su clasificación de autores: los hay de salida, de llegada, multiplicadores, etc.
En suma, Fantasmas del escritor es una interesante conversación con alguien que conoce las bambalinas de la creación y que ama la música, el arte, la literatura, los viajes, Kafka, Proust, las playas...
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