lunes, 5 de agosto de 2019

Javier Barraca: Dios y lo bello. Por Santiago García Mourelo

Barraca, Javier: Dios y lo bello. Estética y transcendencia. San Pablo, Madrid, 2018. 93 páginas. Comentario realizado por Santiago García Mourelo.

Dios y lo bello. Estética y transcendencia es un escrito breve del profesor Dr. Javier Barraca, de la Universidad Rey Juan Carlos. Como él concluye en la invitación final del libro, su reflexión no es un ensayo de teología estética o de estética teológica, aunque tiene de ambas. Ante todo, sus páginas quieren ser una llamada de atención. Una invitación a pensar el vínculo entre la belleza y la ética y sus valores, entre la belleza y la verdad, entre el arte y la transcendencia. En último término, entre Dios y lo bello.

De forma muy personal, desarrolla su escrito con grandes y variados compañeros de viaje, aumentando la consistencia y hondura de su reflexión, que ya tienen de por sí. Benedicto XVI, Alfonso López Quintás y Pedro Antonio Urbina, son los tres acordes de fondo de su obra. Otros, como el teólogo von Balthasar, el perenne santo Tomás de Aquino, Ortega, Platón, Kant, los papas san Juan Pablo II y Francisco, Levinas o san Agustín, van dando color y forma al entramado de un pensamiento que nos lleva a rincones de Madrid, a la contemplación de la pintura y al peregrinaje de la poesía.

El ensayo está estructurado en cuatro capítulos, más una introducción y una invitación final. 
El primer capítulo esboza el camino del arte hacia el Misterio como un itinerario de humildad. No solo en cuanto creación, puesto que el artista quiere comunicar algo siempre más grande que su propia obra, sino como pedagogía para quien la contempla, porque ofrece un sendero ascendente hacia lo absoluto por la vía pulchritudinis.
El segundo capítulo establece una serie de elementos que vinculan estética y contemplación. Antes que un ejercicio intelectual, la contemplación se circunscribe en el contexto del encuentro amoroso que requiere de paz interior, educación de la sensibilidad y capacidad de acogida. Toda una topografía del desinterés, también llamado “indiferencia espiritual”, que revela la llamada de la belleza como una vocación a reconocer, acoger, admirar y agradecer. 
Así, somos conducidos a las relaciones entre estética y amor, en el tercer capítulo. De la mano del escritor P. A. Urbina, el autor ejemplifica y desarrolla las relaciones entre el deseo y la donación, dimensiones presentes en amor inter-personal que iluminan —y son iluminadas— por lo estético. Su relación es el vínculo que describen tantos místicos al transfigurar la palabra escrita en una co-presencia de lo finito y lo Infinito, de la creación y el Creador, de lo bello y la Belleza, de lo temporal y lo eterno. Un vínculo que tiene su expresión suprema en la encarnación de Dios. 
El último capítulo es destinado a esclarecer el fondo último que relaciona la Bondad y la Belleza. Después de describir sus remitencias básicas, atiende a la doctrina de los trascendentales del ser para anudarlos en la Verdad y en la racionalidad específica de la fe, puesto que lo bello evoca “la Belleza sin límites de Dios mismo, la gloria infinita de su rostro” (p. 86).

Creo que, por lo brevemente expuesto, el ensayo merece ser leído y meditado con serenidad. Sin duda, la vía estética ofrece un valioso y pertinente itinerario hacia Dios. No solo por valor intrínseco, sino por el contexto que vivimos.

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