lunes, 22 de agosto de 2022

Peter Seewald: Benedicto XVI. Por Luis López-Yarto

Seewald, Peter: Benedicto XVI. Una vida. Mensajero, Bilbao, 2020. 1.150 páginas. Traducción de José M. García y Antonio G. Pelegrín. Comentario realizado por Luis López-Yarto.

En la turbulenta primavera de 1968, Peter Seewald, estudiante de periodismo marxista, y Josef Aloisius Ratzinger, sacerdote y catedrático de teología dogmática en Tubinga, militaban en bandos opuestos. Sólo en 1996 el exdirector del semanario Der Spiegel y ex reportero del diario Süddeutsche Zeitung, tendrá un encuentro decisivo con el cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que supondrá su re-conversión a la Iglesia Católica y dará origen a varias publicaciones sobre el futuro Papa Benedicto XVI. Ahora Seewald ha creído necesario ofrecer una definitiva biografía autorizada del personaje por quien siente personal veneración y afecto incondicional. 

La infancia de Josef Ratzinger conoce el ascenso de Hitler, la dureza de su dictadura, la tragedia de los campos de concentración, el exterminio judío y, por fin, la guerra. El autor quiere dejar sentada la oposición al nazismo en el hogar de los Ratzinger en Hufschlag y en el seminario de Traunstein donde Josef inicia sus estudios. Cree su deber proclamar el anti-nazismo de la Iglesia Católica. 

A través de testimonios innumerables describe la formación académica de Ratzinger: novelas que frecuenta, filósofos vigentes en Freising, estilo de vida. Conoceremos los argumentos de su tesis doctoral y de su tesis de habilitación para la docencia teológica, que van a constituir, según el autor, los pilares de su pensamiento teológico: san Agustín y su concepción de la Iglesia como pueblo de Dios, y san Buenaventura, que matizará su concepto de revelación en relación con la historia de la salvación. A los 26 años preocupa a Ratzinger algo que cultivará el resto de su vida: la unidad de razón y fe, de filosofía y teología. 

A los 33 años, la cátedra en Bonn y su cercanía al Cardenal de Colonia Josef Frings llevan a Ratzinger al corazón del Concilio Vaticano II. Como perito es la eminencia gris que corrige y redacta discursos, hasta ser responsable de no pocas conclusiones definitivas. Ratzinger es un teólogo aperturista convencido de la necesidad de cambios en la Iglesia en esta etapa de reconocimiento y éxito, confirmado poco después, cuando la docencia lo lleve de Bonn a Münster.

¿Qué sucedió en su siguiente destino docente, la prestigiosa facultad de Tübingen, a partir del cual el teólogo ‘progresista’ parece retroceder a posiciones conservadoras que merecen duras críticas de colegas y medios de comunicación? ¿Surge en Tübingen un Ratzinger temeroso de la deriva que toma la moral en el ‘68, y siente el imperativo de oponer una ‘hermenéutica de continuidad’ a una de ‘discontinuidad’ a la hora de leer el Concilio? 

Seewald refuta las duras interpretaciones de los enemigos de su biografiado. Hans Küng, en primer lugar, presenta a un Ratzinger traumatizado, incapaz para afrontar la revolución estudiantil. Seewald duda de la buena fe de los críticos y de los medios de comunicación que tan bien conoce. Quizá, como afirman algunos, su pasado periodístico le está llevando a usar las entrevistas al papa como elemento concluyente y olvida recurrir a fuentes externas. “¿Se vio intimidado, Santidad, por la revolución estudiantil del ’68 y fue ella el origen de cambios en su pensamiento teológico? - De ninguna manera”. Discusión zanjada.

En cualquier caso, el dramatismo de la narración aumenta. Ratzinger será arzobispo de Munich-Freising contando con el incondicional afecto de sus diocesanos, será cardenal y dejará con dolor Baviera para hacerse cargo de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Quizá esta última misión se sobrevuele con excesiva velocidad, en un volumen que admite grandes demoras. Por fin es elegido papa. 

La descripción del Cónclave toma como base el diario de un testigo anónimo, que parece no observar su compromiso de confidencialidad. Y da comienzo el titánico papado de Benedicto XVI, que despertará en sus inicios una corriente de afecto y simpatía. Su desplome desde una “Ratzinger-manía entusiasta” hasta un rechazo visceral, especialmente en Alemania, urge una aclaración. Los errores son públicos, y Seewald indaga el porqué de su llamativa repercusión: Ratzinger, sabio y bueno, leal a la amistad, muestra cierta torpeza a la hora de elegir (y despedir) colaboradores. Su palabra, siempre clara y poética, provoca inexplicables incomprensiones. En la Iglesia parece no haber una política activa de medios de comunicación. Quedan a otros autores ulteriores explicaciones de carácter teológico. 

El segundo gran misterio en la vida de Ratzinger, su inesperada dimisión, queda en la bruma de las explicaciones oficiales. El autor de su biografía autorizada, que ha llegado a identificarse profundamente con el biografiado, es testigo finalmente del hecho insólito de poder hablar con un papa emérito. La historia de Benedicto XVI permanece abierta. En opinión de su sucesor Francisco, “su espíritu se presentará, de generación en generación, cada vez más grande y poderoso”. 


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