miércoles, 9 de noviembre de 2022

Bert Daelemans: La fuerza de lo débil. Por Marta Medina Balguerías

Daelemans, Bert: La fuerza de lo débil. Paradoja y teología. Sal Terrae, Santander, 2022. 431 páginas. Comentario realizado por Marta Medina Balguerías (Facultad de Teología. Universidad Pontificia Comillas, Madrid).

La fe cristiana está llena de paradojas porque es ella misma una gran paradoja. En esta obra Bert Daelemans SJ nos invita a recorrer las principales cuestiones de la teología cristiana a través de la óptica paradójica que, como señala el autor, no es solo retórica, sino también basada en la realidad (por lo tanto, ontológica). En palabras del autor, “considero la paradoja como el equilibrio dinámico provocador, retórico porque ontológico, y el criterio de precisión, aunque siempre provisional y a la espera de la síntesis (de Lubac), capaz de guiar en el delicado arte mistagógico de la interpretación que es la teología, y de mantener el rumbo hacia la novedad inaudita del misterio inefable de Dios-con-nosotros” (p. 33). La paradoja es criterio de precisión porque ayuda a discernir lo que es la verdadera fe de las opciones extremas que diluyen la tensión dinámica que le es propia. 

Lo más atrayente y original de la obra es, precisamente, su arquitectura (no es casual que Daelemans sea arquitecto de formación). Después de una introducción que aborda la definición de “paradoja” que se va a manejar a lo largo del texto y donde se explica el objetivo y la estructura del libro, hay cuatro grandes partes, cada una de las cuales está basada en una gran paradoja cristiana. El autor las titula así: la Comunión, plural unidad; la Creación, inmanencia trascendente; la Encarnación, concreto universal y la Resurrección, entrega vivificadora. 

En lugar de abordar la cuestión antropológica, la cristología, el Misterio de Dios, la Iglesia, los sacramentos y la escatología de manera independiente, el autor trata sobre cada uno de estos temas en cada una de las cuatro paradojas. Para ello, cada parte está estructurada en tres capítulos: uno que aborda la cuestión antropológica (contemplar), el siguiente la cristológica y trinitaria (discernir) y el último, la eclesiológica (celebrar), donde se incluyen también los sacramentos y la escatología. Daelemans adapta el método ver-juzgar-actuar y habla de contemplar en el ser humano, discernir desde Dios y celebrar en la Iglesia cada una de las cuatro paradojas. 

Estas tres partes están precedidas en todos los casos por una reflexión sobre una contradicción cultural actual que sirve como “domicilio teológico” (aplicando así de manera creativa la doctrina de los lugares teológicos de Melchor Cano): la globalización individualista, la ecología consumista, el relativismo absolutista y la eterna juventud con prótesis. A ellas responde la paradoja cristiana, que evita la contradicción por ser capaz de mantener los dos polos en equilibrio o tensión dinámica, respectivamente: la plural unidad (profundidad), la inmanencia trascendente (anchura), el concreto universal (longitud) y la entrega vivificadora (altura). 

El libro es muy completo y todos los temas tratados están muy fundamentados a través de citas y referencias de toda la tradición eclesial. En este sentido, quien se acerque a la teología por primera vez tiene aquí un compendio de las principales verdades de la fe, con un orden lógico a la par que creativo y original, a través del prisma de la paradoja, que lo permea todo. La intuición de fondo que da coherencia y cohesión a la obra es que la paradoja es el método adecuado para acercarse a la fe y a la teología cristiana, porque su objeto es paradójico. Con todo, para leerlo con provecho es recomendable saber algo de teología, porque la exposición de los temas tiene lugar en un modo novedoso y creativo que puede ser más fácil de seguir si se tienen ciertas nociones previas. Como contrapartida, para quien tiene una formación teológica más profunda, el libro puede resultar demasiado extenso y contener mucha información y referencias que ya se conocen. En este caso, lo más llamativo no es tanto qué se dice sino cómo se dice: a través de una óptica paradójica y con una estructura mental original y no frecuente a la hora de exponer las verdades de la fe. 

Otro aspecto interesante en el ensayo es el empleo de ejemplos del mundo del arte para ilustrar algunas de las cuestiones teológicas que se tratan; así, la sensibilidad artística de Daelemans se hace presente también en esta obra, que es más teórica y sistemática que otras. Por otra parte, son muy útiles las tablas que el autor incluye para ayudar a hacerse cargo de la estructura de la argumentación de un vistazo. La “conclusión a modo de obertura” con la que termina la obra también propicia que el lector repase el recorrido realizado y a tener en mente la síntesis de todo lo dicho, como un destilado de intuiciones valiosas que, en opinión de Daelemans —y de la nuestra— deben acompañar siempre nuestro quehacer teológico. Por ejemplo: “Todo está interrelacionado y la teología no se deja encasillar fácilmente, porque la paradoja ontológica que intenta describir siempre escapa y pone de nuevo en el camino que se hace al andar” (p. 410). La fuerza de lo débil, en suma, es un libro profundo, fundamentado, original y sistemático que pretende hacernos entrar en la fe a través de la paradoja como criterio de discernimiento teológico adecuado para la verdad cristiana. Un criterio que, reconociendo el Misterio y no pretendiendo domesticarlo, al mismo tiempo nos invita a seguir caminando hacia él y cultivando el quehacer teológico desde la fuerza que es nuestra debilidad. 


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