López Hortelano, Eduard: “Imaginando…” (Ej 53). Sobre el ojo de la imaginación ignaciana. Mensajero-Sal Terrae-UPCo, Bilbao-Santander-Madrid, 2019. 597 páginas. Colección Manresa 74. Comentario realizado por Javier Melloni.
Con gran acierto, la colección Manresa publica este amplio extracto de una tesis doctoral cuyo autor, Eduard López, en estos momentos ya está integrado en el cuerpo docente del Instituto de Espiritualidad y en el Máster Ignatiana de la Facultad de Teología de la Universidad P. Comillas de Madrid. Esta presentación me parece necesaria para situar tanto al autor como el contenido del libro que recensionamos. No es fácil dar con una perspectiva que se adentre de forma novedosa en un corpus tan estudiado como el ignaciano. Pues bien, Eduard López lo consigue. Aborda su aproximación a través de la hermenéutica de la imagen, revelando y desvelando la importancia que tiene la imaginación y el mundo imaginal en la propia experiencia de san Ignacio (rastreando su Autobiografía) y en su pedagogía espiritual (en los Ejercicios y en los Directorios de Ejercicios). La diferencia de esta aproximación respecto de otras más psicológicas es que el autor considera las imágenes como ejercicio espiritual a partir de la categoría del “ojo interior”, expresión que está presente en la mística medieval (particularmente en Hugo de San Víctor). El autor no elude la cuestión esencial de la visibilidad e invisibilidad de Dios, y, por tanto, de la ambivalencia de la imagen como semejanza y desemejanza.
El primer capítulo está dedicado a mostrar que el mundo imaginal es mucho más que la simple imaginación, siguiendo las intuiciones arquetipales de Carl G. Jung. Se trata de ese ámbito interior del ser humano que no es espacial sino existencial, que hace de mediación entre la comunicación de Dios y la receptividad humana. Este espacio interior no es solo personal, sino que también es epocal. Para ello Eduard López ilustra con gran erudición la tradición caballeresca como marco fundamental para comprender los arquetipos ignacianos, incluso las mismas Constituciones, las cuales son comparadas con el Libro de la orden de Caballería de Ramon Llull.
El segundo capítulo del libro está dedicado a una lectura de la Autobiografía de Ignacio como Imago y Forma Christi a través del análisis de la experiencia visionaria de San Ignacio, la cual es puesta en relación con la tradición visionaria medieval y también posterior a él (Buenaventura, Angela de Foligno, Böhme, etc.). A lo largo de la Autobiografía se percibe cómo la actividad mental imaginativa tiene la función de substituir unas imágenes por otras en la medida que Ignacio va dejando su yo para optar por Cristo.
En el tercer capítulo aborda la Imaginación ejercitada, bello modo de formular cómo la imaginación es convocada e integrada en la memoria, en el entendimiento y en la voluntad como ejercicio espiritual, aspecto que es una de las características específicas y distintivas de la pedagogía ignaciana. El principio implícito subyacente es que, si cambiar de vida comporta cambiar de imágenes, proponiendo nuevas imágenes se propicia el cambio de vida. Tal fue la experiencia de Ignacio en Loyola, tal es su pedagogía, y así fue transmitida en los Directorios, tal como aborda en el cuarto capítulo.
Ante el peligro de convertir la espiritualidad ignaciana en una fácil moda en nuestras instituciones, la conclusión de Eduard López es muy sugerente: no se trata ni de una mera repetición tópica de lo que ya sabemos ni de una invención en busca de novedad sin referencia a lo que precede, sino de crear nuevas imágenes que surgen de revestirse de Cristo y de recibir su conocimiento interno. Solo así seremos fieles a la tradición ignaciana. Finalmente, hacer notar el valor añadido de esta edición por un conjunto de ilustraciones significativas, así como por el valioso apéndice documental de textos seleccionados que han sido mencionados a lo largo del estudio sobre el imaginario ignaciano.
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