Malulu Lock, Gauthier: Ignacio de Loyola y las obras de misericordia. Azpeitia - Venecia - Roma (1535-1556). Mensajero-Sal Terrae-UPCo, Bilbao-Madrid-Santander, 2021. 384 páginas. Comentario realizado por Álvaro Zapata.
No es raro que hoy día sigamos preguntándonos por la misión de la Compañía de Jesús en la Iglesia y en el mundo, a pesar de los casi 480 años de existencia y trabajo, con los altibajos que todos conocemos. El necesario diálogo con la realidad en la que trabajamos, que nuestra espiritualidad nos pide, nos conduce a esta pregunta de discernimiento sobre dónde y cómo debe estar la Compañía hoy. En este sentido una vuelta a las fuentes jesuíticas, en el mismo espíritu de la repetición ignaciana, del “sentir y gustar”, nos da las claves de discernimiento necesarias para afrontar esta cuestión.
Es por eso por lo que este nuevo volumen de la Colección Manresa se nos hace tan necesario y nos ayuda a una visión sistemática del modo nuestro de proceder respecto a la realidad social cambiante y demandante en la que nos encontramos. Nuestro compañero Malulu Lock Gauthier, S.J., nos conduce con rigor, a través del viaje de los primeros textos y sobre los hechos de los primeros compañeros, para que podamos ir enhebrando ese tapiz del apostolado social primero de la Compañía sobre el que descansa la actual misión de los jesuitas, bellamente descrita por las últimas congregaciones generales.
El vehículo que el autor va a usar para ayudarnos a este recorrido enlaza y pone el foco de atención en la sensibilidad eclesial que todo nuestro apostolado está llamado a vivir. Recurrir a la formulación de las obras de misericordia aporta un lenguaje novedoso, por olvidado, que nos pone tras la pista de servir a la misión de la Iglesia. Los hitos del camino están marcados por los mismos hitos del peregrinaje de Ignacio tras su paso por París: Azpeitia, Venecia, Roma. No es casual que sea este el periodo de la vida de Ignacio el que se nos describe, aunque conocemos que poner por obra la misericordia del Evangelio está presente en todo el peregrinar del santo de Azpeitia. Es precisamente tras su estancia en París y tras forjar los indelebles vínculos de los compañeros parisinos en Montmartre, cuando se despliega el fervor apostólico de la Compañía y se pone a prueba el largo periodo de preparación mediante la oración, el estudio y la conversación espiritual.
Este trabajo pone nuestra atención sobre el hecho de que las obras son el termómetro de nuestro apostolado. Pararnos sobre la pregunta acerca de quiénes son aquellos de los que nos rodeamos (menores en riesgo, mujeres excluidas, enfermos, desavenidos…) nos ayudará a verificar nuestra auténtica fidelidad al Evangelio, como nos recuerda justo al inicio el propio autor citando a Benedicto XVI, porque esa es también la experiencia fundante del carisma ignaciano de trabajo encarnado en las periferias del mundo.
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