Miguel Lop: Apologías de los Ejercicios Espirituales. Mensajero-Sal Terrae-UPCo, Bilbao-Santander-Madrid, 2018. 240 pp. Colección Manresa 69. Comentario realizado por Borja Miró.
El autor, colaborador actualmente de Cristianisme i Justicia, es doctor en teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Gran estudioso de la espiritualidad ignaciana a lo largo de su vida, viene dedicando los últimos años a la edición rigurosa de sus fuentes. Fruto de dicho trabajo, ha publicado varias obras dentro de esta misma colección “Manresa”, como Los Directorios de Ejercicios (1540-1599) (nº 23) o Las pláticas de Jerónimo Nadal (nº. 45), entre otros.
La introducción de la obra lleva a cabo una breve, pero precisa, presentación general del ambiente acusatorio en el que se vieron inmersos desde un inicio el texto de los Ejercicios Espirituales, así como la Compañía de Jesús toda. El carácter innovador del método de oración propuesto, en un momento en el que particularmente España pretendía defender la ortodoxia católica frente a los diversos movimientos “iluminados” que surgieron al hilo de la Reforma, suscitó numerosas animadversiones. Ante esto, tal y como relata la misma introducción, se llevaron a cabo traducciones oficiales del texto al latín, con vistas a la aprobación papal, obtenida de Paulo III en 1548 por influencia de Francisco de Borja. Con todo, pese a dicha aprobación y a los testimonios favorables de los censores de las traducciones, los ataques se recrudecieron, como queda bien reflejado en los distintos extractos epistolares recogidos en esta primera parte, motivo por el cual Ignacio decidió defender su propuesta mediante la propagación de comentarios favorables a esta, provenientes tanto de la propia Compañía como de sus amigos y bienhechores.
Terminada la introducción, la obra presenta hasta once documentos que recogen algunos de los diversos testimonios favorables que se dieron como parte de dicha labor apologética en favor de los Ejercicios. El primero de tales documentos es sin duda el mejor testimonio que pueda caber, aun sin pretenderlo: el Breve de aprobación Pastoralis officii. Entre el resto de los documentos, nos encontramos con algunos textos del Dr. Bartolomé Torres; una carta del Dr. Andrés Cuesta a Ignacio; o una apología del dominico fray Domingo de Valtanás, que alaba no tanto los Ejercicios en particular, sino más ampliamente el instituto de la Compañía. Destacan, sin embargo, dos aportaciones novedosas del editor de la obra, como son las primeras traducciones al castellano de las censuras que contra los Ejercicios realizaron tanto el famoso dominico Melchor Cano como su correligionario Tomás de Pedroche.
Esta última aportación resulta de gran valor, por cuanto permite entender mejor la apología con la que se cierra el libro, obra de Jerónimo Nadal, quien se extiende a lo largo de un amplio número de páginas refutando los ataques del citado Pedroche y poniendo en valor la doctrina ignaciana.
Resulta esta publicación, por tanto, de gran ayuda para profundizar en el conocimiento de la recepción eclesial de los Ejercicios en el mismo siglo XVI, entendiendo la audacia –y actual vigencia– de Ignacio cuando propone en Ej 22 que “se ha de presuponer que todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del próximo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquiera cómo la entiende...”; de modo que el presente libro puede resultar útil e iluminador también hoy en día para todos aquellos que se hallan inmersos en las fronteras del diálogo desde la espiritualidad ignaciana.
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