viernes, 16 de junio de 2023

José Cobo: Anatomía del cristianismo. Por Manu Andueza

Cobo, José: Anatomía del cristianismo. Fragmenta, Barcelona, 2022. 250 páginas. Comentario realizado por Manu Andueza.

La editorial Fragmenta ha publicado Anatomía del cristianismo de José Cobo. Se trata del tercer libro de una trilogía que comenzó con Incapaces de Dios (2019), continuó con La paradójica realidad de Dios (2020) y acaba con este texto. 

José Cobo, licenciado en filosofía y miembro del área teológica de Cristianismo y Justicia, a lo largo de su trayectoria se ha centrado en recuperar la dignidad epistemológica de la tradición cristiana manteniendo un diálogo constante con la crítica moderna de lo transcendente y con las tendencias transconfesionales vigentes hoy en día. 

Anatomía del cristianismo recoge las tesis esenciales de los dos libros anteriores para finalizar haciendo un estudio o análisis de la estructura del cristianismo. Cobo destaca por una gran honestidad a la hora de hacerse preguntas que cuestionan las propias raíces de la fe. Su teología parte de un profundo estudio bíblico, desde una lectura que podríamos definir como muy judía, para intentar descubrir qué es lo que nos quiere decir. Pretende de esta manera superar los conceptos surgidos por influencia del platonismo o por lecturas moralistas con el riesgo de perder la fidelidad a la esencia del texto.

Esta lectura le lleva a poner una serie de bases que recorren de manera transversal su obra generando una espiral que nos lleve a un punto final en el que se reencuentra el origen que ha permitido el desarrollo de su pensamiento. Así, no podremos entender qué pretende decirnos sin hacer un esfuerzo por comprender qué supone bíblicamente la caída de Dios. Cómo Dios se aparta para que la persona sea, y esto modifica el concepto de un Dios que está a la espera de un quién. Por eso Dios se revela como aquel cuya presencia es la de un eterno por venir, tal como puede verse en la traducción del tetragrama Yahveh. Es en la cruz donde se da esa reconciliación entre Dios y el ser humano y por ende donde podemos intuir algo de Dios. Y sin embargo, dicha revelación no es homologable a lo que entendemos por divino. 

A partir de aquí el autor dialoga con el mundo, con la religión y con quien dice ser creyente. Comienza con una clara distinción entre el Dios de la fe y la divinidad religiosa. Nos cuestiona acerca de la religión y su sentido, de la espiritualidad, de la fe; de qué es aquello que damos por supuesto cuando decimos Dios. Desde una clara desmitificación de lo religioso pretende purificar nuestras imágenes de lo divino y lo religioso para acercarnos con asombro a la realidad de un Dios sin religión, de una religión solo comprensible desde un Dios imposible. Enlaza de esta manera con los dos tomos anteriores y nos prepara para la gran aportación del libro. 

Dedica la mayor parte del libro a la encarnación y la resurrección. Regresa por lo tanto a la figura de Jesús de Nazaret, aquel a quien hemos de mirar pues es quien nos apunta a Dios. A un crucificado que muere sin sentido abandonándose al Dios que le abandona y perdonando a sus verdugos. Por eso puede afirmar que los evangelios son una manera de dar fe de lo que tuvo lugar en lo que sucedió: no hay otro Dios que el que cuelga de la cruz. Y sabemos de la resurrección por lo que creyeren los que le acompañaron hasta la cruz. Insiste Cobo que a Dios se le encuentra en la víctima de la injusticia. En ese imperativo de responder a la demanda de aquellos que no cuentan: los que nos juzgan son los que no cuentan. 

Al hablar de la encarnación entra en las disputas cristológicas recogidas en la historia, ubicando las dos grandes herejías (arrianismo y docetismo) y la respuesta a estas. Profundiza en el sentido de la expresión Dios verdadero y hombre verdadero, vincula el papel del Espíritu en la comprensión de Cristo y cómo todo ello nos vuelve hacia Dios. Hacia un Dios que cuelga en una cruz, como repite insistentemente. Desde aquí realiza una interesante reflexión sobre el Dios cristiano y el Dios de Jesús, y cómo el ser humano religioso entiende su fe. 

Aborda la resurrección con valentía, generando preguntas que ayuden a comprender lo que nos quisieron explicar los primeros cristianos, releyendo a los profetas y el salmo 110; volviendo una vez más a las escrituras. Cuestiona aquí desde las primeras catequesis de resurrección lo que hemos interpretado y celebrado para acabar con una disquisición sobre el perdón de los resucitados y el lugar en el que quedan los caínes de nuestro mundo. 

Termina el libro con unas breves páginas conclusivas, en las que nos recuerda qué supone para Dios la encarnación, ya que si es cierta entonces Dios es el Dios del hombre de Dios, de aquel que cuelga de una cruz. 

Leer a José Cobo no es fácil. Primero porque sus frases exigen ser releídas en más de una ocasión para entender qué es exactamente lo que nos está diciendo. Exige un esfuerzo conceptual. Sin embargo, si el lector intenta saborear cada uno de los pequeños epígrafes de los que está compuesto el libro, si los va leyendo como quien recita una poesía, podrá descubrir a través de su ritmo la sinfonía de fondo que nos quiere transmitir. 

En segundo lugar, porque cuestiona. Si algo tiene el texto de Cobo es que no nos deja indiferentes. Cuestiona nuestra manera de comprender la religión y a Dios. Cuestiona nuestra fe hasta el punto de llevarnos al límite y ofrecernos el abismo que separa la mentira de la verdad. Pero, precisamente por esto, a pesar de y gracias a esto, su lectura merece la pena. Merece la pena porque nos obliga a resituar a Dios y nuestra fe. Merece la pena porque ayuda a buscar con intensidad al Dios presentado por Jesús de Nazaret. Merece la pena porque en un mundo sin sentido ayuda a generar un sentido desde Dios y desde los últimos, que es lo mismo, pero no es igual. Merece la pena porque puede ayudarnos a crecer como cristianos, como personas y, porque nos introduce en elementos que generan diálogo con el mundo y nos ayudan a dar razón de la esperanza. 


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