Bermejo, José Carlos y Belda, Rosa María: Cómo educar una sexualidad humanizada, Sal Terrae, Santander, 2010. 110 páginas. Comentario realizado por Marta Sánchez.
José Carlos y Rosa María nos regalan una nueva publicación. Este cuaderno es una ayuda para orientar a los educadores en este tema tan complejo: la sexualidad. Los autores trabajan en el Centro «San Camilo», en Tres Cantos. El libro se estructura en tres partes: Sexualidad y felicidad; Ética, religión y sexualidad y Sexualidad y relación de ayuda. En cada una de ellas se abordan diferentes temas relacionados con una sexualidad sana, como la relación de pareja o el sida. Al final de cada capítulo hay una serie de preguntas para la reflexión personal o en grupo, tanto para quienes trabajan en estos temas como para cualquier lector interesado.
La obra explica cómo la sexualidad puede ayudar a humanizar o deshumanizar a la persona. En la primera parte analiza cada una de las diferentes maneras de vivir la sexualidad: desde la pareja heterosexual u homosexual, la discapacidad o la vida consagrada. Somos seres sexuados. La vida sexual es un juego de amor, un canto a la creación, y no hay ideales. Tener una experiencia sexual, sana y feliz es descubrir la sexualidad como una oportunidad creativa. La relación sexual se compone de tres elementos: intensidad emocional, pasión erótica y compromiso con uno mismo y en comunión con los demás. Estos son la llave para la felicidad. Educar en una sexualidad humanizada es buscar la intimidad emocional del cuerpo, de la mente y del corazón. Es descubrir que somos seres capaces de goce sexual, de compromiso recíproco. Una sana afectividad es escucha auténtica y acogida incondicional de los sentimientos hacia uno mismo y hacia aquellos en quienes confía.
En la segunda parte se aborda la relación entre ética cristiana y sexualidad. Hay que evitar caer en un espiritualismo desencarnado. La fe en Jesús ayuda a descubrir cómo la sexualidad vivida libre y responsablemente no tiene por qué estar hermanada con la culpa. Hay que desechar falsos prejuicios sobre la castidad, sobre la pareja y sobre el sida. Ser casto es ser respetuoso con uno mismo y con los demás. La pareja no es una utopía, sino que lo esencial en esta relación es el perdón. Y hablar de sida es hablar de ricos y pobres, de norte y sur, antes que de cualquier otra cosa. En la última parte se dan algunas claves para crecer en la dimensión sexual con libertad y responsabilidad. Es importante educar el deseo. Hay que aprender a reconciliarse con la propia imagen real. La identidad sexual es entablar relaciones con otros desde una compenetración emocional, con ternura o fortaleza del corazón. Como una madre o un padre miran al hijo recién nacido. Esto significa humanizar: ablandarse.
En síntesis, este cuaderno, escrito de forma sencilla, clara y concisa, es recomendable para todos aquellos que deseen profundizar (por su trabajo o su opción personal) en la sexualidad como fuente de vida y de amor. Es vivir la fe en Jesús mirando a nuestro alrededor, sabiendo que «Mira, ha pasado el invierno, las lluvias cesaron, se han ido. La tierra se cubre de flores, llega la estación de las canciones, ya se oye el arrullo de la tórtola por toda nuestra tierra» (Cant 2, 11-12).
No hay comentarios:
Publicar un comentario