Pons, Arnau: Celan, lector de Freud. Herder, Barcelona, 2015. 167 páginas. Comentario realizado por Eduard López.
Ya lo decía Luis Buñuel: “La realidad sin imaginación es la mitad de la realidad”. Con esta máxima aludimos a la poesía de Paul Celan (1920-1970) que, de entrada, no sirve para descansar el ojo o para entretener la percepción de su lector. Así, Celan es presentado de la mano de Arnau Pons, gran conocedor y divulgador del sentido y del significado de la poesía de este judío alemán a quien algunos intentaron teologizar como si se tratase de Silesius o del mismo Eckhart (Pöggeler) y otros, judaizar anclándolo en la ortodoxia hebraica (Felstiner). Pons, al contrario, lee la poética de Celan desde la desnudez de su semántica alemana tan compleja como rica.
Dos partes constituyen esta obra resultante de una conferencia realizada en el Instituto del Campo Freudiano (Barcelona, 23 de mayo de 2003) acompañándose del diálogo con el auditorio y, finalmente, en forma de epílogo, una lectura de Paul Celan dibujada por Jean Bollack.
Centrándonos en la primera parte, Pons analiza cuatro poemas de la última publicación en vida de Celan, Soles de hilo: “Fráncfort, septiembre” (6 de septiembre de 1965), “Torcida” (5-6 abril de 1967), “...y tampoco ningún tipo” (7 de mayo de 1967) y “Arroja el año solar” (11 de mayo de 1967). En ellos, Pons se convierte en lector y en traductor de Celan que a su vez fue lector de Freud, especialmente en lo que concierne a obras como La révolution psychanalytique de Marthe Robert y los escritos freudianos La interpretación de los sueños y Más allá del principio del placer. Celan crea y su imaginación poética, es decir, la creación de las formas mediante la semántica alemana, configura una constelación o una hermandad con textos de esos otros como Freud, Kakfa o Heidegger. Ahora bien, Celan es crítico en su lectura de Freud porque una creencia lo retrató: ciertas palabras deben silenciarse (Holocausto) y ciertos vocablos deben redefinirse (Auschwitz).
Arnau Pons hace un gran trabajo de precisión y de rigor, de crítica a traducciones existentes como la de Reina Palazón, y de argumentación que merecen ser reconocidos. Ello conlleva que el lector acuda a este libro con la pausa necesaria para asimilar todo lo que se nos quiere transmitir: Celan, un constructor de palabras; Celan, un lector de otros textos. Sencillamente y complejamente, Celan en su esencia.
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