miércoles, 2 de diciembre de 2020

Bert Daelemans: A orillas del Yukón. Por Ianire Angulo Ordorika

Daelemans, Bert:A orillas del Yukón. Encuentros en Alaska.  Fragmenta, Barcelona, 2020. 188 páginas. Comentario realizado por Ianire Angulo Ordorika.

Está claro que la temperatura no siempre es una cuestión de clima. Lo demuestra el hecho de que estamos ante un libro cálido y acogedor, por más que se enmarque en la gélida Alaska. Es la densidad de lo vivido y la hondura de las relaciones que se describen lo que convierte esta obra en un hogar cálido en el que refugiarnos. Estas páginas son el reflejo de una densa vivencia del autor, un jesuita belga, cuando convivió con los yup’ik durante cuatro meses. 

Frente a lo que cabría esperar al enmarcarse en una tierra inhóspita y una cultura desconocida, la aventura que se nos narra es más interior que exterior. El subtítulo revela muy bien qué podemos encontrar entre las páginas de este libro. En ellas se narran los encuentros del autor con sus propios límites, con el puzzle que suponen las personas y sus heridas, con parámetros culturales diversos, con la naturaleza en su estado más salvaje, con el silencio elocuente, con el dolor y con la amistad. Se trata, en definitiva, de hacernos partícipes del encuentro que Daelemans tuvo consigo mismo y con Dios a través de muchos rostros concretos de los yup’ik con los que compartió la vida. 

Llama la atención el delicado respeto con que el autor se acerca al contexto cultural y a las personas. Se sitúa a pie descalzo ante la realidad, haciendo consciente al lector de que estamos siendo introducidos en una “tierra sagrada”, en la que el Señor se revela y donde es más lo que se recibe que aquello que se puede ofrecer. Las palabras, escritas en primera persona, rezuman experiencia y permiten asomarnos al corazón del autor, que se presenta sin artificios, a pecho descubierto y con una honestidad que sitúa al lector ante su propia verdad. 

Este es un libro que se lee muy ágilmente, pero que pide ser reposado y aminorar la velocidad para dejar que resuenen sus vivencias en el corazón. Las cuidadas citas que encabezan cada uno de los capítulos sitúan al lector en la misma sintonía espiritual que se pretende transmitir en las líneas que introducen. Se trata de una obra delicada, sugerente, con un castellano exquisito y que encierra la máxima implicación personal del autor. Estamos ante una delicatesen que requiere ser saboreada con la calma necesaria para apreciar todos sus matices.



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