lunes, 11 de enero de 2021

Anselm Grün: Cuarentena. Por José Fernando Juan Santos

Grün, Anselm: Cuarentena. Cómo lograr la armonía en casa. Herder, Barcelona 2020. 42 páginas. Traducción de Roberto Navarrete. Comentario realizado por José Fernando Juan Santos.

En breves páginas, sin salirse de la situación y atendiendo al mundo, el monje benedictino A. Grün recupera en un brevísimo texto claves esenciales para este tiempo de confinamiento desde su sabiduría monástica, ampliamente difundida en cientos de libros anteriores. Planteado como un tiempo de intensidad mayor, semejante a la cuaresma, la cuarentena es reto y oportunidad en todos los sentidos y dimensiones de la persona, también la espiritual, la relacional, la escatológica. En su deseo más íntimo, compartir el tesoro de los monjes, sus caminos y soluciones para el confinamiento. 

Comienza en el libro con San Benito, su tiempo convulso y una lectura actualizada en la que conducir todo a Dios. En lenguaje que, a mi entender, muchas personas pueden comprender, hace presente las prácticas concretas y detalles en los que una persona puede ir ejercitándose en esta tarea de ordenación de la vida y el mundo hacia Dios. Algo que para Grün es una apertura radical de la persona a la realidad con su belleza. A partir de ahí, la persona se mueve siempre en la disyuntiva entre lo de antes y ahora, en una especie de salto de novedad, en la exigencia de la época presente y su novedad. Algo está esperando, como llamada a renovar nuestra vida, en este acontecimiento singular, que nos pide conversiones y no meras adaptaciones resignadas a las circunstancias.

¿Seremos capaces de generar, y desde dónde, este espacio para Dios y su gracia, en tiempos de confinamiento? Para el autor, en línea con lo mucho escrito con anterioridad, las emociones, el corazón, la conciencia de sí y las vivencias íntimas se revelan como la clave auténtica en la que escuchar a Dios sin miedo. Y en su acogida y purificación, se podrá vivir -o no- este tiempo desde Dios. En suma, una invitación a la acción y responsabilidad en lo más cotidiano, en lo más directo, en la máxima proximidad y convivencia; frente a dejar pasar la gracia que Dios siempre regala en forma de bendición, “pase lo que pase”.


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