viernes, 28 de enero de 2022

Ed Parish Sanders: Jesús y el judaísmo. Por Ianire Angulo Ordorika

Sanders, Ed Parish: Jesús y el judaísmo. Trotta, Madrid, 2020. 542 pp. Biblioteca de Ciencias Bíblicas y Orientales 15. Traducción de José Pérez Escobar. Comentario realizado por Ianire Angulo Ordorika (Facultad de Teología, Universidad Loyola Andalucía, España).

Hay libros que se convierten en referentes y justifican su reedición. Es lo que sucede con este clásico de Sanders, que recibió en su momento el premio de la Universidad de Louisville al mejor libro de religión de los años 80. En el marco de la llamada Third Quest, este estudioso pretende mostrar la existencia de una conexión causal entre lo que Jesús pensaba, cómo entendió sus relaciones con el pueblo judío, el motivo de su ajusticiamiento y el inicio del movimiento cristiano. El autor cuestiona de modo sistemático ciertos presupuestos asumidos por numerosos estudiosos del Nuevo Testamento, como, por ejemplo, la implicación de los fariseos en la muerte de Jesús. A lo largo de estas páginas, Sanders pretende dejar a un lado la teología para buscar los datos históricos más probables que podemos extraer de los relatos evangélicos.

Las primeras casi cien páginas del libro están dedicadas a una larga introducción. Su amplia extensión se debe al pormenorizado recorrido que hace analizando cómo estudiosos anteriores explican la relación entre Jesús, el judaísmo de su época, la causa de su muerte y la primera comunidad cristiana. De este modo, va recorriendo las posturas de Schweitzer, Bousset, Bultmann, Bornkamm, Dibelius, Käsemann, Fuchs, Kümmel, Moule, Dodd, Jeremias, Meyer, Bowker, Klausner y Vermes. Estos y otros muchos autores aparecerán constantemente a lo largo del libro, convirtiéndose este en un verdadero diálogo con todos ellos.

Tras este recorrido, el autor muestra que todas las propuestas para conectar el propósito de Jesús con su muerte y el nacimiento de la Iglesia tienen dificultades, de ahí que su planteamiento, aunque no suponga una absoluta novedad, tiene la intención de ser la mejor respuesta. Para ello, estructura su estudio en tres grandes partes y una conclusión. La primera, constituida por tres capítulos, aborda la restauración de Israel. En el primero de ellos se ocupa de la relación de Jesús con el Templo.

Sanders considera que el conflicto en torno al Santuario es el punto de partida más seguro para la investigación sobre el Jesús histórico, pues su arraigo en la tradición evidencia que se produjo realmente. Con todo, el autor critica la interpretación del gesto del Nazareno en el Templo como una “purificación” y se decanta, más bien, por comprenderla como una acción simbólica que, junto a los dichos que remiten a la destrucción, parecen apuntar hacia la restauración, las expectativas del éschaton y un nuevo Santuario procedente de Dios.

A partir de estas conclusiones, el segundo capítulo recorre la literatura judía buscando una relación entre la restauración y un Templo nuevo. Concluye que no siempre la esperanza escatológica de Israel estaba vinculada a un nuevo Santuario, pues no hay expectativas uniformes, claras ni consistentes. Desde aquí deduce que un gesto que expresara la destrucción del Santuario podría implicar la esperanza de su renovación.

En el último capítulo de esta primera parte del libro aborda otras pistas que confirman la escatología de restauración hacia la que apuntan otros datos, como la relación históricamente innegable entre Jesús y el Bautista, la apertura a los gentiles que lidera Pablo o la expectativa de reunificación de Israel, pecadores incluidos. La esperanza judía vinculaba el arrepentimiento con la restauración, pero Sanders muestra que en el mensaje de Jesús el perdón no tendría un tono de restauración escatológica.

La segunda sección de la obra, de cinco capítulos, versa sobre el Reino. El pormenorizado análisis del autor le lleva a concluir que no podemos saber con certeza cómo comprendía Jesús el Reino a través de sus dichos, pero sí que consideraba inminente la acción divina. Sanders tampoco cree que se pueda obtener información relevante sobre cómo el Nazareno se percibía a sí mismo o a su ministerio a partir de los milagros. El posicionamiento con respecto a los pecadores sí pudo implicar malestar entre cualquier judío del momento, pues suponía que aceptar al Maestro era suficiente para que incluso quienes rechazaban de algún modo los mandamientos entraran en el Reino. Aun así, esto no justificaría su condena a muerte. Con respecto a los gentiles, un exhaustivo estudio lleva al autor a considerar que Jesús comenzó un movimiento que llegó a ver la misión a los paganos como una prolongación lógica de sí mismo.

La tercera y última parte del libro se ocupa del conflicto y muerte, al que dedicará otros tres capítulos. Frente a quienes consideran que la condena de Jesús estaba vinculada a su posicionamiento ante la Ley, Sanders concluye que solo se enfrentó a esta en la cuestión del divorcio. También estudia exhaustivamente las diversas hipótesis sobre los adversarios del Nazareno y, si bien considera innecesario delimitar un grupo específico judío que se opusiera a Él, los dirigentes del sacerdocio parecen ser quienes mayor acceso tenían a Pilato. Aunque es dudosa una aclamación pública como rey, es probable que su ejecución tuviera que ver con esta pretensión. La obra termina con un amplio capítulo conclusivo en el que recoge y jerarquiza, de más a menos históricamente probables, afirmaciones sobre el Jesús histórico.

La consideración de esta obra como “clásica” convierte en inevitable que la bibliografía a la que se remite nos parezca antigua o el estado de la cuestión al que responde nos resulte superado. A pesar de ello, se hace necesario acudir directamente a estos textos clásicos. Podemos estar o no de acuerdo con las conclusiones que extrae Sanders, pero no se le puede reprochar que no cuestione incluso aquellas convicciones en las que muchos otros coinciden y se suelen dar por supuestas. A lo largo de sus páginas estudia con atención cada una de las conjeturas y las valora con detalle. Para ello, presenta con rigor los posicionamientos de otros autores, reconociendo los puntos fuertes y débiles de sus argumentaciones. Este libro no solo nos acerca a la postura de Sanders, sino al de muchos otros, también clásicos, con los que se entra en diálogo.


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