miércoles, 19 de enero de 2022

Ianire Angulo Ordorika: Extraordinariamente normales. Por Rosa Ruiz

Angulo Ordorika, Ianire: Extraordinariamente normales. Por una Vida Consagrada significativa. Paulinas, Madrid, 2021. 184 páginas. Comentario realizado por Rosa Ruiz.

Ianire Angulo Ordorika nos propone en su último libro recuperar la significatividad de la Vida Consagrada desde una vida “extraordinariamente normal”. La autora no pretende aportar novedades doctrinales sino más bien intentar “poner palabra a inquietudes y certezas… desafíos, llamadas, retos y denuncias… no desde un despacho solitario y aislado del bullicio de la calle” (pp. 5-6), sino desde su propia experiencia como religiosa. Aunar esta perspectiva vivencial y una fundamentación bíblica y teológica consistente y actualizada, puede ser uno de los valores del libro que nos ocupa.

Angulo, profesora en la facultad de Teología de Granada, hilvana algunos de sus artículos y trabajos anteriores, con algunas de sus publicaciones en el blog web de la revista “Vida Religiosa”. Sin duda, el contenido ya expresa claramente las dos vertientes claves de su formación teológica: la Biblia y la Teología de la Vida Consagrada (VC). Ambas recorren como nervatura de fondo cada uno de los temas.

El libro contiene dos partes claramente diferenciadas: la primera (“Vida Consagrada, ¿qué dices de ti misma?”) acomete la crisis de identidad que desde el Vaticano II viene arrastrando esta vocación eclesial: ¿cómo vivirnos en la Iglesia, Pueblo de bautizados, “sin la necesidad de situarnos un paso por delante” de los demás para fundamentar nuestra propia opción vocacional?, ¿cómo decirnos a nosotros mismos quiénes somos sin renunciar al mutuo enriquecimiento con otras vocaciones y a la extraordinaria normalidad de lo cotidiano? Y algunas pistas o aprendizajes recuperando la historia de José y Rut, una nueva mirada bíblica al Dios-Misericordia y la concreción eclesial de tres verbos tomados del magisterio de Francisco para la VC: recordar, buscar y salir.

La segunda parte subraya el dinamismo propio de toda vocación y, por tanto, la importancia de tener en cuenta el momento vital y evolutivo de cada persona. Concretamente, se centra en la etapa de votos temporales y en la ancianidad, ambas ilustradas con diversos referentes bíblicos. Curiosamente, con acierto se señala esta paradoja de la VC actual: con frecuencia se llama jóvenes a aquellos que cronológicamente dejaron de serlo hace tiempo y, a su vez, la mayoría que pertenece a la ancianidad por estadística, difícilmente se considera como tal. Quizá de ahí, el malestar habitual de quienes habitan las primeras etapas de formación sintiéndose tratados como “menores de edad” (p. 114) y el desajuste entre la edad de tantos religiosos/as mayores que siguen viviendo como si no cumplieran años, porque “nos repele autodenominarnos ancianos” (p. 140). De nuevo, la pericia bíblica de la autora nos abre caminos realistas de esperanza y cambio.

Un amplio recopilatorio de textos breves y sugerentes (las entradas del blog), siempre partiendo de algún elemento cotidiano, jalona cada una de estas partes. La visión clara y clarificadora de la autora, un estilo fluido tanto en su modo de escribir como de proponer los contenidos, hacen que estas páginas se lean con agilidad y gusto. Y todo ello, sin perder la profundidad de los interrogantes y propuestas que nos lanza. Es un don la capacidad de hacernos pensar cuestiones teológicas y vitales de lo más variopinto a partir de una serie de TV, de la torpeza en la cocina o de un cartel cualquiera que descubres paseando por la ciudad, y Ianire Angulo lo tiene.

En definitiva, no es un libro para resolver “nudos teológicos” pendientes (y urgentes) para renovar la teología de la VC, de los que su autora es bien consciente. Sí es una buena lectura para nombrar, sin miedo, la situación que la VC atraviesa hoy, invitándonos a generar nuevos relatos o auto-narraciones que nos permitan crecer en una fidelidad no sólo creativa, sino también “normal”. Esa extraordinaria normalidad que tiene más que ver con incorporarnos a la dinámica encarnatoria de Jesús (p. 59) que con ocultarnos en rutinas grises que pueden separarnos del bullicio de nuestros vecinos (si es que los tenemos) y, por ende, del bullicio de Dios.


2 comentarios:

  1. Gracias muy interesante por remitirnos a la realidad y animarnos a la vida sencilla y testimonial. Presencia silenciosa

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