miércoles, 12 de abril de 2023

Gianni La Bella: Los jesuitas. Por Luis López-Yarto

La Bella, Gianni: Los jesuitas. Del Vaticano II al papa Francisco. Mensajero, Bilbao, 2019. 462 páginas. Presentación de la edición española por el P. Urbano Valero, SJ. Comentario realizado por Luis López Yarto.

El profesor La Bella es ya conocido por los lectores españoles, desde la aparición del extenso volumen que coordinó como editor en 2007, Pedro Arrupe, General de la Compañía de Jesús. Nuevas aportaciones a su biografía. Una década después ve la luz este nuevo proyecto que pretende llevar la investigación desde Arrupe, impulsor de una “nueva” Compañía tras el Concilio Vaticano II, hasta el momento presente. Desea contextualizar más clara y analíticamente la figura del Padre Arrupe, e indagar en qué modo se hayan resuelto los importantes conflictos salieron al paso de sus años de gobierno y qué nuevos retos ha arrostrado la Compañía hasta hoy. 

Con solidez y con apenas disimulado afecto, describe el autor los años de gobierno del P. Arrupe: el tránsito desde una orden religiosa en fermentación a una “tercera Compañía” diferente de aquella restaurada en 1814; desde una orden de estilo monacal a una Compañía renovada y de corte decididamente más universal. Punto culminante de este complejo tránsito será la Congregación General XXXII, que dejará en manos de los jesuitas una tarea central para su historia posterior: dilucidar las complejas relaciones entre la proclamación de la fe y la defensa de la justicia. Será también el inicio de resistencias interiores y exteriores al proceso iniciado. El autor analiza con acierto no sólo los conflictos de la Compañía ad extra, sino también aquellos otros que suceden en su mismo interior ante la imposibilidad que sienten algunos de sus miembros para aceptar unos cambios que parecen traicionar el verdadero espíritu del fundador. 

El período que cubre el Generalato del P. Peter Hans Kolvenbach comienza con un capítulo sintomáticamente titulado “Vuelta a la normalidad”. Estamos ante un “escenario internacional en radical mutación”, y un escenario eclesial centrado en la poderosa figura del primer papa extranjero en cuatro siglos. Uno de sus objetivos principales será el de normalizar a toda costa las relaciones con la Santa Sede, restablecer un clima de unidad y fraternidad dentro de la Compañía, revitalizando espiritualmente una orden religiosa en fuerte disminución numérica. Kolvenbach entiende que su papel es, sobre todo, el de enseñar y animar, poniendo de relieve una interpretación de las esencias ignacianas en las que prevalecen, novedosamente, los aspectos místicos y pneumáticos frecuentemente olvidados. 

El discernimiento en común, que Arrupe había predicado con escaso éxito, encuentra un cuerpo jesuítico más receptivo. La Compañía, sin apenas hermanos coadjutores, experimenta una fuerte disminución en Europa y América pero crece en Oriente y África, y debe afrontar con seriedad la elaboración de claras pautas de formación. El P. Kolvenbach lo hará mediante documentos magistrales que despiertan vivo interés en la Iglesia, y pidiendo una nueva manera de trabajar con el laicado, abierta a una colaboración de nuevas perspectivas y dialogando con un mundo en el que se diluyen los bloques. 

La renuncia del P. Kolvenbach por razones de salud provoca el nombramiento de un nuevo General en la persona del español Adolfo Nicolás, al que el autor llama el “meteoro”, quizá por la brevedad de su permanencia en el cargo. Y sin embargo su generalato vivirá la impensada circunstancia de la elección del primer papa jesuita de la historia. Son los años de la masiva globalización y multiculturalidad de la Compañía. El nuevo General, que ha vivido la mayor parte de su vida en Asia, está bien equipado para lidiar con esta situación con ánimo sereno y profundo: convocará su primera Congregación de procuradores en Kenia, como testimonio explícito de descentralización y emprenderá una nada fácil reestructuración territorial de las provincias. Una palabra que resumirá el mensaje del P. Nicolás será “profundidad y verdad” en todo su quehacer. 

El actual General, Arturo Sosa, latinoamericano como el Papa, encuentra una Compañía mucho menor en número, en cordiales relaciones de sintonía con la Santa Sede y necesitada de alcanzar por fin la velocidad de crucero. Las palabras inaugurales del P. Maestro General de los dominicos indicarán la orientación del futuro: Los jesuitas deben vivir de ahora en adelante “la audacia de lo imposible”.

Gianni La Bella ha contado, para culminar esta obra, con materiales de primera mano y con la cercanía inmediata de un testigo privilegiado, el P. Urbano Valero, S.J., recientemente fallecido, prologuista afectuoso, que recibe un homenaje al final del libro.


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