lunes, 24 de abril de 2023

José Emilio Cabra Meléndez: Amigos del Buen Pastor. Por Antonio Guillén

Cabra Meléndez, José Emilio: Amigos del Buen Pastor. Los sacerdotes y el acompañamiento espiritual. Punto Didot, Madrid, 2017. 495 páginas. Comentario realizado por Antonio Guillén. 

El magisterio del papa Francisco ha vuelto a traer al primer plano de la pastoral algunos términos como acompañamiento o discernimiento: no faltan en ninguno de sus grandes documentos, en los últimos sínodos ni en las recomendaciones que personalmente repite a laicos, religiosos y sacerdotes. A alguno le podría parecer que se trata de una moda pasajera, cuando tanto el acompañamiento como el discernimiento pertenecen a la tradición más auténtica y con más solera de la Iglesia. 

El autor de esta obra, sacerdote diocesano de Málaga, formado en el Seminario de san Manuel González, recoge en su trabajo de doctorado en la Universidad de Comillas el fruto de una inquietud personal: la certeza de que la vida cristiana, siempre, pero especialmente en nuestro tiempo, necesita ser acompañada. En una época de anonimato y de relaciones virtuales, se hace imprescindible «creer con otros», tejer lazos con alguien que haya descubierto la fe en el mismo Señor. En la necesidad del «uno a uno» halla su espacio el acompañamiento espiritual, como propuesta de la Iglesia para el seguimiento cotidiano y para dar solidez a la fe personal. 

El autor reconoce que los sacerdotes comparten esa urgencia: «La dispersión de tareas, la multiplicación de actividades y de lugares donde estar presentes, la reducción de los efectivos, la alta edad del clero y la sensación de “perder terreno” centran con demasiada frecuencia al presbítero en la programación y la organización de calendarios que, al final, le impiden dedicar tiempo y atención al trato personal, a escuchar y a conocer por el nombre al pueblo al que fue enviado». El propio presbítero necesita además de alguien «a quien descubrir su mundo interior, que lo advierta de los engaños del camino, lo anime en los cansancios y lo ayude a reconocer que todo es gracia» (p. 16). 

La propuesta de José Emilio Cabra se orienta así hacia la contribución del acompañamiento al ministerio y a la espiritualidad sacerdotal. Trata de buscar la aportación específica del acompañamiento espiritual a la configuración del sacerdote diocesano con el Buen Pastor, tanto cuando acompaña como cuando es acompañado. Para ello acude a fuentes sólidas: la revista Surge, promovida por el Seminario de Vitoria, que ofrece un hilo conductor de la espiritualidad sacerdotal y de la vida concreta de los presbíteros desde los años cuarenta del siglo pasado; la Comisión del Clero de la Conferencia Episcopal Española, que en los años ochenta y noventa reflexionó con profundidad sobre la identidad y la espiritualidad del presbítero; el magisterio, desde el preconcilio hasta la aportación fresca del papa Francisco; y la reflexión de algunos teólogos contemporáneos sobresalientes en este campo. Se deja ver con frecuencia la formación ignaciana del autor, asumida con naturalidad como patrimonio de toda la Iglesia. 

La obra, prologada por Germán Arana, vincula, en seis capítulos con una amplia bibliografía, el acompañamiento espiritual con la caridad pastoral y la formación permanente del clero. Acompañamiento, caridad pastoral y formación permanente constituyen las tres claves de una propuesta ministerial que se centra en lo esencial y prima la relación afectiva con Jesús –Amigos del Buen Pastor, recordemos, es el título– y el trato uno a uno como un modo privilegiado de configuración con Cristo.

El libro, de lectura fluida, sintetiza la mejor teología del ministerio de las últimas décadas y ofrece una orientación original a la espiritualidad del clero, aunque, por su extensión y formato, se resienta un poco de su carácter académico. Sería deseable una adaptación divulgativa en un campo como este, el de la espiritualidad sacerdotal, que quizá haya perdido pulso después de la intensa reflexión del pasado más reciente.


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