Grün, Anselm: Hacer las paces con Dios... para recuperar una relación sana con Él. Sal Terrae, Santander, 2012. 152 páginas. Comentario realizado por Marta Sánchez.
En el Año de la Fe, los cristianos estamos invitados a profesar públicamente las razones de nuestra esperanza. Anselm Grün, doctor en teología y administrador de la abadía de Münsterschwarzach, autor de sobra conocido, responde a una pregunta latente en nuestra sociedad: ¿cómo podemos hoy buscar y encontrar a Dios?
Grün expone en tres partes cómo es posible hablar de la experiencia personal de la fe. En primer lugar, es necesario conocer el fenómeno del envenenamiento de Dios. En segundo lugar, saber cómo tratarlo. Y en tercer lugar, protegerse de este fenómeno. El psicoterapeuta Tilmann Moser ha descrito este fenómeno: el envenenamiento son las imágenes negativas de Dios que impiden a la gente sentir la presencia misericordiosa del Señor. Ya sea debido a una formación religiosa errónea o a otras causas (los desengaños, el fanatismo, el fundamentalismo, los abusos espirituales y sexuales...), muchas personas se alejan de la Iglesia, pero anhelan sentir a Dios en su vida y liberarse de esta imagen negativa.
El primer paso para desintoxicarse de esta falsa imagen es reconocer que este fenómeno ha sido propagado por miembros de la Iglesia en algunas ocasiones. El segundo paso es sanar esta herida. Algunos instrumentos para redimir al hombre de su culpa son la doctrina de la redención y la confesión. La cruz es el símbolo central de la redención. Otros medios para reconciliarnos con Dios son: discurrir en el interior, notar el calor que emana de tus manos al cruzar los brazos sobre tu pecho y contemplar la naturaleza. Dios es más grande de lo que cualquier concepto humano pueda abarcar, y solo por medio de la iluminación se puede liberar el hombre de una falsa imagen del niño Divino. Por último, el tercer paso es protegerse de este fenómeno. Ser testigo convincente es hacer visible a Dios en la vida. Ser coherente entre lo que se piensa y lo que se hace, irradiar paz, libertad, quietud y amor. Tener un lenguaje adecuado para hablar de Dios, un lenguaje que debe proceder de la fe. La fe está marcada por la confianza y la búsqueda constante. Y, finalmente, celebrar la fe en comunidad en los actos litúrgicos.
En definitiva, el reto para los cristianos es hacer visible su cultura en un mundo globalizado. El mundo para los cristianos está iluminado por el espíritu de Jesús. Grün finaliza con esta reflexión: mi propósito en este libro es invitarte a que confíes en tu propia alma para que, de ese modo, se purifiquen las imágenes de Dios y de uno mismo que impiden sentir la misericordia del Creador.
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