lunes, 15 de septiembre de 2025

Enzo Bianchi: Jesús y las bienaventuranzas. Por Marta Sánchez

Bianchi, Enzo: Jesús y las bienaventuranzas. Sal Terrae, Santander, 2012. 142 páginas. Comentario realizado por Marta Sánchez.

Con el Sermón de la Montaña, Jesús enseña el camino para ser felices aquí y ahora. Enzo Bianchi, fundador de la comunidad monástica de Bose, reflexiona sobre Jesús, el hombre de las Bienaventuranzas.

Mateo y Lucas han escrito un mismo mensaje de Jesús, pero redactado de forma diferente. Bianchi no profundiza en las diferencias lingüísticas de estos relatos, sino que explica cómo las Bienaventuranzas son fruto de la «fe pensada» de Jesús, su experiencia vivida y expresada según la tradición literaria del Antiguo Testamento. Esta interpretación analiza el contenido del mensaje de Jesús adecuado a nuestros tiempos. En nuestra sociedad se oyen voces denunciando la «crisis de sentido» que afecta al ser humano. En esta situación, los cristianos tenemos que mostrar ante todos un estilo de vida cuyo modelo es Jesús. La vida cristiana es buena, bella y dichosa, pero exige fatiga y esfuerzo.

Jesús renueva la tradición profética y proclama un mensaje nuevo: el «sentido del sentido de la vida humana». Felices los pobres, los que lloran, los mansos, los puros de corazón... porque de ellos es el reino de los cielos. Estas máximas pueden parecer paradójicas, pero son la fuente de felicidad para toda persona. Son escándalo y felicidad. Y se pueden resumir en el versículo de Marcos: «Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame». Comienza su ministerio en la sinagoga de Nazaret.

Su misión es anunciar a los pobres el evangelio. Jesús fue un hombre libre, su familia era sencilla. Aprendió las Escrituras. Conocía el mensaje del profeta Isaías: «consolad a mi pueblo» (Is 40,1). Enseñó a los hombres que todo aquel que vive con recta intención, alaba a Dios y trabaja por construir un mundo mejor es llamado «hijo de Dios». A los primeros cristianos les llamaron «los del camino» (Hch 9,2). El hombre busca el sentido de su vida, pero olvida que hay un horizonte más grande. Esta es la dimensión escatológica que proclamó Jesús: el reino de los cielos. Es necesario –como dijo Juan Pablo II– elaborar una política del perdón. Un medio para lograrlo es vivir las celebraciones litúrgicas conscientemente, sabiendo que Dios renueva su alianza con el hombre y se hace presente en ellas. Jesucristo es camino, verdad y vida. La verdad habita en el interior del hombre. ¿Cómo llegar a experimentarla? Jesús dio un solo mandamiento: amar a todos los hombres con corazón puro. No un corazón aséptico, «esterilizado» e inmune al pecado, sino como Jesús nos amó, hasta entregar su vida para salvación de todos los hombres.

En conclusión, esta interpretación de las bienaventuranzas es una invitación a amar a Jesús, su vida y su persona. Escrita para que todos los seres humanos abran su corazón al encuentro con el Señor, verdadera alegría y esperanza.



No hay comentarios:

Publicar un comentario