viernes, 26 de diciembre de 2025

Daniel Moulinet: El Vaticano II contado a los que no lo vivieron. Por Lázaro Sanz Velázquez

Moulinet, Daniel: El Vaticano II contado a los que no lo vivieron. PPC, Madrid, 2012. 140 páginas. Comentario realizado por Lázaro Sanz Velázquez.

En menos de 150 páginas, Daniel Moulinet (profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Lyon) consigue presentar el Concilio Vaticano II en su totalidad, desde la intuición inicial del sorprendente Juan XXIII hasta las últimas votaciones del otoño de 1965. Teniendo en cuenta la amplitud de la tarea y la brevedad de la obra, no puede tratarse más que de una introducción. El texto nos ofrece los instrumentos para captar lo esencial, para entrar en el ambiente de esos años que cambiaron la forma de la Iglesia católica.

Después de una pequeña introducción histórica, Moulinet aborda los documentos del Concilio en el orden en que fueron votados y expone para cada uno de ellos el itinerario que lleva desde su elaboración hasta su redacción final. Al analizar cada uno de los grandes textos, el autor presenta tanto el contenido como los debates que animaron a los padres conciliares a la hora de negociar las redacciones y los votos. Por lo que concierne a los cuatro documentos mayores (Constitución sobre la Liturgia: cap. 5; Constitución sobre la Divina Revelación: caps. 6 y 7 ; Constitución sobre la Iglesia: caps. 9, 10, 11, 12 y 13 ; Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual: caps. 18, 19 y 20), el autor nos ofrece igualmente un rápido resumen de su contenido teológico, y lo hace siempre de una forma muy sencilla y en relación con otros documentos del magisterio pontificio.

Llama la atención cómo Moulinet agrupa todos los documentos que hacen referencia a la jerarquía eclesiástica en un solo capítulo, el 11, en el que comenta los números 18-29 de la Lumen Gentium, que hacen referencia a los obispos, los sacerdotes y la formación del clero; el decreto Christus Dominus sobre el ministerio pastoral de los obispos; el decreto Presbyterorum Ordinis sobre el ministerio y vida de los presbíteros; el decreto Optatam Totius sobre la formación sacerdotal. Lo mismo ocurre en lo que concierne a los laicos y religiosos (cap. 12) con los textos de la Lumen Gentium; el decreto sobre los laicos (Apostolicam Actuositatem) y el concerniente a los religiosos (Perfectae Caritatis). Dedica el cap. 13 a María y la Iglesia (cap. VIII de la Lumen Gentium), narrando los avatares de este capítulo en cuanto a su inclusión en la Constitución sobre la Iglesia. Esta forma de presentar los textos conciliares permite unificar un conjunto generalmente bastante disperso.

Moulinet aborda la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual de una manera diferente. En el cap. 18 comenta la elaboración de la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, analizando los avatares del texto para, después, centrarse en temas concretos tratados en la Constitución, como la Iglesia y la condición humana (cap. 19), la Iglesia y los problemas de nuestro tiempo (cap. 20), la afirmación del principio de libertad religiosa (cap. 21).

El autor dedica dos páginas (cap. 8) al decreto Inter Mirifica sobre los Medios de Comunicación Social, y en los capítulos 14 y 15 se ocupa de la opción del ecumenismo y de las Iglesias Orientales católicas. La actividad misionera de la Iglesia y los principios de la educación cristiana son abordados en los capítulos 16 y 17.

La unidad es la impresión general que se desprende de la lectura de este pequeño libro. La opción de presentaciones sucintas de los documentos y de la historia proporciona una visión de conjunto. Nos damos cuenta también de que el aggiornamento (término que el autor traduce por la expresión «sacar a la luz» la Buena Noticia) llevado a cabo por el Concilio no concierne simplemente a la forma, es decir, a la relación con la Iglesia, sino que propone una manera diferente de «manifestar el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la Iglesia» (p. 28).

En el capítulo 23, «El concilio: ¿y después?», dedica cinco páginas a comentar la recepción del concilio, su asimilación en la vida de la Iglesia, señalando que los cambios son mucho más profundos que los introducidos en el campo litúrgico, ya que afectan a la Iglesia en sí misma y a su relación con el mundo (p. 124). Explica brevemente cómo se ha ido desarrollando la idea de colegialidad. No olvida que la relación de la Iglesia con el mundo ha cambiado, que se ha abierto la puerta al diálogo interreligioso y que la entrada de la Iglesia católica en el movimiento ecuménico ha hecho caer barreras. Reconoce que «el posconcilio no está exento de crisis» (p. 126), por lo que periódicamente se plantea la cuestión de un nuevo concilio. Si el lugar ocupado por los lacios es felizmente mencionado, las cuestiones de los movimientos salidos de la renovación o del fracaso aparente de ciertas pastorales no están claramente evocadas. La visión posconciliar presentada es muy (¿de masiado?) bonita, mientras que las crisis en el seno mismo de la Iglesia entre las diferentes generaciones parece relegada a la cuestión integrista.

El libro contiene también un «léxico» de términos religiosos indispensables para comprender el Concilio y su desarrollo, una cronología resumida de la preparación del concilio y de las sesiones y una bibliografía muy básica.


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