Bauman, Zygmunt: Extraños llamando a la puerta. Paidós, Barcelona, 2016. 111 páginas. Traducción de Albino Santos Mosquera. Comentario realizado por José María Segura.
En poco más de cien páginas, Bauman explica sumariamente (entre citas a Kant, Arendt y una erudita selección de autores más) dos mecanismos que la sociedad occidental opulenta ha desarrollado para enjugar su amurallamiento frente a migrantes y refugiados, y advierte de que estas estratagemas son las mejores aliadas de captadores de radicales y terroristas. Se trata de la “securitización” (securitization) y la necesaria estrategia psicológica que la acompaña, la “disonancia cognitiva”. Esta última permite excluir de nuestro campo de responsabilidad moral a aquellas personas que consideramos “extraños”: extranjeros, migrantes, refugiados (pp. 76-80) y que percibimos como amenaza a un estado de bienestar que se revela frágil, precisamente porque para mantenerse requiere de la exclusión de estas “personas superfluas” (p. 10).
Poco importa que en gran medida el incremento de personas migrantes y refugiadas se deba a «fatídicamente mal calculadas, desventuradas y calamitosas expediciones militares…, instigadas y secundadas por el comercio mundial de armas» (p. 13). Este cortocircuito mental que permite reducir nuestro campo de obligación moral a “los nuestros”, es explotado convenientemente por los efervescentes partidos de extrema derecha. Pero no solo. Se está extendiendo en Occidente el modelo de “hombre/mujer fuerte” (pp. 48-60). Son políticos que han visto en él un modo de aferrarse a sus puestos de poder, distraer sus deficiencias de gestión y escándalos de corrupción y recuperar puntos de popularidad (cf. pp. 28-37).
Y es así como, sociedades que se dirían respetuosas de los derechos humanos y solidarias, compran el discurso de la “securitización” (p. 31). Ciudadanos que no renuncian a sus valores morales y que en un principio no aceptarían discursos o propuestas de partidos políticos en contra de sus valores, pero que admiten que por su seguridad es necesario aplicar ciertas medidas excluyentes a esos “extraños” (p. 32). Estas dinámicas provocan que las personas migrantes y refugiadas se sientan «ofendidas y oprimidas por ese envilecimiento y esa negación de su valía de los que son objeto” y al mismo tiempo “reprendidas, avergonzadas y humilladas por el tribunal de su propia conciencia» (p.18). Este rechazo y estigmatización constante favorece la captación de jóvenes que se sienten rechazados y excluidos por parte de grupos radicales en los que se les acepta, se les valora y se les confiere una nueva identidad (41-43). Frente a estos poderosos mecanismos de exclusión y demonización, Bauman propone el conocimiento directo, personal, «la conversación como vía directa hacía el entendimiento» (p. 103).
No hay comentarios:
Publicar un comentario