Giglioli, Daniele: Crítica de la víctima. Herder, Barcelona, 2017. 132 páginas. Traducción de Bernardo Moreno Carrillo. Comentario realizado por Santiago Casanova Miralles.
Políticamente incorrecto. Provocador. Agresivo. Duro. Y sugerente. Alejado de la complacencia. Atinado. Son los primeros adjetivos que a un lector pueden venirle a la cabeza al terminar de leer este ensayo de Daniele Giglioli que afronta un asunto muy complejo en la sociedad actual: las víctimas. Desde una perspectiva audaz, y ciertamente controvertida, el autor expone, a lo largo de sus ciento treinta páginas, una reflexión profunda y coherente sobre la figura actual de la “víctima” y sobre cierto “absoluto” que se ha ido conformando alrededor de la misma. El libro no es para todos los públicos.
Con muchos pasajes ciertamente filosóficos y de cierta densidad, el libro comienza con un trepidante primer capítulo. Tal vez sea esta primera parte la que sea más para todos los públicos. No se nos hará extraño encontrar aquí, en plena reflexión sobre la “víctima”, referencias a muchos movimientos políticos actuales, en concreto populistas, y a un tipo de líderes concreto, ciertamente carne de cañón para el autor. La “víctima”, ensalzada como héroe de nuestro tiempo, se enfrenta a la mirada desafiante y desconfiada del escritor, que intenta una y otra vez desmontar mucho del discurso victimista que tan bien funciona hoy en día en muchos ámbitos.
El segundo capítulo es un viaje por la historia. El ritmo decae en esta parte y cuesta más seguir la intencionalidad y el razonamiento que el autor nos plantea a lo largo de varias ideas. El ritmo volverá a subir con el tercer y último capítulo, donde retomando lo planteado al comienzo, se nos conducirá por un camino no apto para aquellos que no están acostumbrados a replantearse lo que sucede a su alrededor con total normalidad.
Sin duda es una crítica bien conformada, fina y aguda, que debería llevarnos a un profundo debate para el que no sabemos si estamos preparados. Es una satisfacción, en un escenario social como el actual, anodino y parco en hondura, encontrarse con un auténtico “despertador” que nos mueve y nos moviliza. Crítica dura que toca incluso alguno de nuestros pilares religiosos más asentados. ¿O no es así? Aquí queda la duda a la que cada uno de los lectores deberá enfrentarse con decisión si opta por este brillante ensayo. Es hora de cuestionarse incluso aquello que parece hoy más sagrado. ¿Por qué no? Saldremos mejores del envite, sin duda.
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