viernes, 7 de mayo de 2021

Chloé Zhao: Nomadland. Por Francisco José García Lozano

Zhao, Chloé: Nomadland (Jessica Bruder: País nómada: supervivientes del siglo XXI. Capitán Swing Libros, Madrid, 2020). Comentario realizado por Francisco José García Lozano (Facultad de Teología de Granada; e-mail: fgarcial@uloyola.es).




Título en V.O: Nomadland.
Director: Chloé Zhao.
Año: 2020.
País: EE.UU.
Guion: Chloé Zhao (libro: Jessica Bruder).
Duración: 108 min.
Reparto: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Patricia Grier, Gay De Forest.
Género: Drama. Road Movie. Crisis económica 2008. Cine independiente USA.





Adaptación de un libro de no ficción escrito por Jessica Bruder (País nómada: supervivientes del siglo XXI. Capitán Swing Libros, Madrid, 2020), Nomadland echa sus raíces en las consecuencias derivadas de la crisis financiera de 2008, algo concretado aquí a partir del cierre de una fábrica que pone punto y final a la vida que había conocido hasta entonces el personaje interpretado por Frances McDormand. Ella ya había recibido un duro golpe con la muerte de su marido, pero el segundo es la estocada definitiva que hace que venda la mayoría de sus posesiones, compre una furgoneta e inicie una vida nómada a lo largo y ancho de Estados Unidos. Nomadland es la gran favorita de los Oscar (nominada a seis, incluyendo Película, Director y Actriz protagonista) después de haber ganado el León de Oro en Venecia y dos Globos de Oro (de hecho, ganó los seis Oscars a los que estuvo nominada).

“En un artículo sobre las duras condiciones laborales de Amazon que encontré en una revista, aparecía un hombre mayor que le contaba al periodista que ni él ni su mujer habían podido jubilarse cuando alcanzaron la edad para hacerlo, así que iban de un estado a otro, viviendo en una caravana, en busca de trabajos como ese”, así fue como Jessica Bruder, supo de los workampers, trabajadores nómadas que recorren todo el país en busca de empleo a bordo de caravanas, furgonetas, remolques e incluso automóviles; durmiendo en aparcamientos de centros comerciales o reuniéndose cuando caía la noche, acampando en medio de la nada, alrededor de un fuego.

Su directora, Chloé Zhao, nació en Pekín en 1982, pasó su adolescencia en Reino Unido, estudió Políticas en Massachusets para terminar haciendo un programa de dirección de cine en la Universidad de Nueva York. Allí conoció al futuro director de fotografía de sus tres películas: Joshua James Richards. Nomadland sigue la estela de la filmografía anterior de esta cineasta: Songs My Brothers Taught Me (2015) y The Rider (2017), ambas historias de personajes marcados por una herida traumática y su profunda relación con la naturaleza como fuente de sanación personal.

En un momento de la película, uno de los personajes hace referencia a lo duro que fue el año 2008. Tan duro, que, incluso, la idea del suicidio fue tomando forma paulatinamente en su cabeza. En esta secuencia se halla una de las claves de la película ya que nos remonta a la crisis de las hipotecas subprime de 2007. Al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y a las dramáticas consecuencias que todo ello traería consigo. Entre ellas, la quiebra de Lehman Brothers, que terminaría por significar la imagen simbólica de la destrucción de todo un sistema y la expansión internacional de una crisis que aún sufrimos a día de hoy, agravada por la pandemia. La imagen, por tanto, de los nómadas que presenta la película bien puede representar la resistencia hacia un modelo social que ha destruido sus vidas. Un modelo que, en el fondo, los ha condenado al ostracismo dentro de un statu quo en el que parece que no son necesarios. Que están de más en un entramado capitalista que busca otro tipo de perfil para poder edificar un nuevo gigante macroeconómico que devore nuevas víctimas.

Si en The Rider, la anterior película de la directora, las localizaciones y composición de los planos recordaban al Terrence Malick de Malas tierras, Nomadland recuerda en su aproximación a los grandes espacios a Días de cielo, El Árbol de la Vida o To the Wonder. Ese acercamiento a la belleza no se limita a la naturaleza pletórica de los grandes bosques, sino también a la que se esconde en los pueblos deshabitados, los campings de nómadas o las interminables carreteras rodeadas de desierto. Del mismo modo, Chloé Zhao continúa caminando por la delgada línea de la ficción y la no ficción solo que aquí, la arrolladora presencia de McDormand (ganadora de dos Premios de la Academia por Fargo, 1996 y Tres anuncios en las afueras, 2017) desequilibra el balance en algunos momentos en los que la actriz eclipsa al personaje convirtiendo la película en uno de esos documentales conducidos por una estrella visitando una zona. Sin embargo, no afecta en demasía al que es uno de los aspectos más estimables de esta tercera película de Chloé Zhao: el diseño de un personaje que se erige en representación de los desclasados.

La aparición de Dave, otro nómada interpretado por David Strathairn con claras intenciones amorosas respecto a Fern, ayuda a la integración de esta en el entorno nómada. Primero, porque al ser otro gran actor su réplica equilibra la de McDormand. Segundo, porque con su actitud paternalista hace surgir la personalidad de Fern revelándola como una auténtica nómada, una mujer que quiere tomar las riendas de sus propias decisiones y se niega a que otros le marquen el camino.

La mirada de Zhao, como en sus anteriores películas, vuelve a ser profundamente humanista. Hay tiempo para hablar de un sistema económico que se hunde y ha obligado a subirse a estos botes salvavidas con forma de furgoneta a los nómadas –usando la metáfora de Bob Wells–, hay tiempo para hablar de la locura de volver a pretender hacer negocios especulando con la vivienda como si no hubiéramos aprendido nada; pero sobre todo hay tiempo para hablar de las personas que viven en ese mundo, de lo que sienten, de lo que buscan y de lo que encuentran. Y de sumergirnos en esos paisajes que nos hacen sentir tan pequeños en un mundo que es tan pequeño dentro del cosmos. Imágenes que, acompañadas por la extraordinaria música de Ludovico Einaudi, crean una conexión mágica, casi mística, con la naturaleza.

Durante la cinta encontraremos diversos testimonios reales en boca de sus personajes secundarios –Swankie, Bob Wells y Linda May–, que avalan dicha decisión de apostar por una vida nómada y el rechazo absoluto a la tiranía del consumismo. De este modo se nos plantearán otras formas más “altruistas” de vida como el intercambio de bienes o comida no ligados a la dictadura de la economía, la ayuda a través de habilidades o formación entre personas pertenecientes a una misma comunidad, o la compra conjunta de alimentos a un mejor precio. Está claro que Nomadland no quiere ser un análisis exhaustivo y documental sobre el fenómeno nómada. Tampoco un profundo análisis sobre el sistema actual. Estamos ante un relato de autodescubrimiento, de dejar atrás los excesos y vivir con lo justo, de rebelarse contra las normas impuestas por el consumismo y darse cuenta de que la vida puede ser de otra manera. Todas esas ideas sobrevuelan la película, que transcurre entre conversaciones, silencios e increíbles paisajes que parecen sacados del western. Un viaje revelador y lírico por la Norteamérica del siglo XXI.


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