Simón, Ana Iris: Feria. Círculo de Tiza, Barcelona, 2020. 220 páginas. Comentario realizado por Arantxa Lastres Velasco.
De la llanura parda infinita de La Mancha, de una raza mítica, raíces y linaje es de lo que habla Ana Iris Simón en Feria. La primera novela de esta joven manchega es un manifiesto que describe la jaula de cristal en la que nos hemos encarcelado como sociedad, bajo los pretextos de progreso y modernidad convertidos en bandera. Ana Iris escribe tras liberarse de estos imperativos de felicidad impuestos (que nos hemos querido creer), y nos regala un relato fresco, libre y revelador. Una historia que responde a lo que muchos necesitamos: hacer memoria y recordar la España que éramos, en un momento en el que “pequeña son nuestra alma y nuestras miras”, como dice la autora.
Alejándose de grandes complejidades, la autora nos acerca a la realidad de una España que se acaba: ruda, pura y sin romantizar, sin Burger King ni Actimeles, pero con feria y mercado tradicional. De la mano de María Solo y Mari Cruz, sus abuelas, y de todo lo que crearon, Ana comparte su infancia entre las dos ramas de la familia –de feriantes una, de campesinos la otra– en esa llanura de esparto que es La Mancha. A través de recuerdos familiares y situaciones cotidianas, de familia y costumbre, Ana Iris invita a reflexionar acerca de lo profundamente humano, del amor, la muerte o la religión. Realidades que interpelan sin importar la ideología, que invitan a tomar tradición y costumbre como fuentes para entender el mundo y relacionarse con él.
Feria es reveladora y revolucionaria —en el sentido estricto del término—, pues nos invita a volver al pasado. Sin condenar el progreso como fuente de todos los males, llama a revisarlo y a caer en la cuenta de que no es este el que aumenta el sufrimiento, sino el que nos abre los ojos y nos hace tomar más conciencia de aquel. Un entramado familiar con anécdotas e historias legadas que hacen sentirse parte de algo. La memoria y sus relatos que rescatan lo sagrado del mundo. El dogma neoliberal, que disuelve tribus y relaciones, retado por sus mayores enemigos: la tradición y la comunidad.
“No seas chulita”, le repetía a la autora su padre. También esta es una enseñanza de la novela. “Revisa, escucha y valora” es lo que susurran sus páginas en un impulso hacia abrazar lo pasado en vez de condenarlo. Un empujón para sentirse parte de una estirpe, de lo antiguo, resistiendo frente al individualismo y la autosuficiencia imperante. Esto es lo verdaderamente revolucionario en un mundo que se empeña por cambiar todo cuanto hacíamos hasta hoy. ¿Nostalgia paralizadora? Nada de esto. Lo que mueve a Ana Iris es volver a las raíces para coger impulso y reorientar el progreso. Porque, además de ir hacia delante, debemos revisar si lo hacemos en la buena dirección.
Con lenguaje cercano y familiar, con una sinceridad sin tapujos, alejada de lo políticamente correcto y salvajemente humana, Ana Iris ha escrito su Feria. Y nos deja el regalo de un ejercicio valiente y personal, que consigue llegar a lo más hondo del lector provocando reflexión, emoción y suscitando una pregunta: ahora que sabemos qué es lo que hay que rescatar de España, ¿cómo lo hacemos?
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