viernes, 17 de septiembre de 2021

Rafael Luciani y María del Pilar Silveira: La sinodalidad en la vida de la Iglesia. Por José Fernando Juan Santos

Luciani, Rafael y Silveira, María del Pilar: La sinodalidad en la vida de la Iglesia. Reflexiones para contribuir a la reforma eclesial. San Pablo, Madrid, 2020. 397 páginas. Comentario realizado por José Fernando Juan Santos.

La Iglesia se piensa y se busca a sí misma, quiere saberse y vivirse auténtica y fiel al Dios vivo y verdadero, al Hijo que la funda y al Espíritu que la fecunda. En un contexto de desorientación general en la sociedad y pregunta radical por el lugar que ocupa lo institucional en el entramado humano, la Iglesia no esconde su necesidad de conversión también estructural y la imperiosa necesidad de abrirse con novedad a nuestro tiempo. Pudiera parecer mera adaptación por asfixia. Sin embargo, textos como este, fruto de una amplia reflexión compartida e intercontinental, quieren poner de relieve su necesidad y fundamento teológico, como lectura fructífera de los signos de los tiempos, e impulsar así un camino muy abierto desde el Concilio Vaticano II e impulsado con mucha decisión por la acción del papa Francisco. 

Diferentes teólogas y teólogos de primera línea abordan la clave de la sinodalidad como reforma de la Iglesia, reflexionan sobre la estructura misma partiendo de las conferencias episcopales, comparten experiencias ya en marcha -especialmente en América Latina y, cerrando el volumen, el lugar de los ministerios. Una visión amplia destacando el dinamismo actual de la Iglesia, con cuestiones abiertas de enorme calado, que no es ajeno, ni extraño a sí misma. Quizá el punto decisivo en el que hace palanca el libro sea la participación decisiva de todos los cristianos, más allá de su ministerio ordenado, y la desvinculación entre este y la toma de decisiones en la comunidad. No se trata de llenar huecos, sino de formar realmente parte asumiendo plenamente la responsabilidad de todos en la construcción de la Iglesia con carismas y dones diversos. 

Una pregunta que late en cada una de sus páginas es muy clara y directa: ¿La Iglesia se cree realmente que la transformación vendrá por vía del servicio o no? Y una, indirecta pero clara, para todos los cristianos que se acerquen a estos encuentros: ¿Cómo estoy viviendo en primera persona mi constitutiva eclesialidad? ¿Cuido realmente la pertenencia y asumo, como en una familia, la parte de la tarea que me corresponde, o soy cristiano que va, sin más, a mesa puesta y se toma este asunto como quien se aloja en un hotel? Muy vinculado, y permanentemente presente, lo cual puede sorprender a más de uno, es el acento reiterado en que la misión y la evangelización parten precisamente de la vida comunitaria y eclesial, que no se pueden separar, que para ofrecer Evangelio a otros es imprescindible existir comunitariamente en él, alejado de las tentaciones que constantemente aparecen y, en las cuales, muchas veces la misma Iglesia cae y queda herida y postrada. ¿Será la sinodalidad, este caminar juntos, una llamada “graciosa” y alegre a ser sanados por el Señor? ¿Será la sinodalidad, este cohabitar pertenencias y tejer lazos, semilla de la fraternidad cristiana? Ojalá leamos, pensemos, recemos, dialoguemos estas lecturas y vivamos intensamente esta clave tan evangélica como algo auténticamente religioso, no como simple cálculo estructural.


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