Gates, Bill: Cómo evitar un desastre climático. Las soluciones que ya tenemos y los avances que aún necesitamos. Plaza Janés, Barcelona, 2021. 320 páginas. Comentario realizado por Jaime Tatay.
Bill Gates no es solo uno de los hombres más ricos del mundo y uno de los más importantes filántropos, es también un tecnófilo y un tecno-optimista. Lo cual no resulta extraño habiendo sido protagonista de la génesis y el desarrollo de la informática y cofundador de Microsoft, una de las empresas tecnológicas más exitosas de la historia.
Como confiesa al final de este ensayo de lectura ágil y amena, el motivo que le ha impulsado a escribirlo es iniciar una conversación sobre el cambio climático y la urgencia de abordarlo. El otro motivo es recordar —como señala en el propio título— las soluciones que ya existen y los avances y apuestas que precisamos para evitar la crisis climática que se avecina. Su sensibilidad filantrópica, que le llevó a crear una fundación centrada en la erradicación de enfermedades y en la mejora de la educación, le ha llevado a descubrir la importancia de los retos ambientales —en especial el climático— para lograr los objetivos sociales de la Agenda 2030.
La estructura de la conversación, de tono divulgativo y dialógico, está fundamentada en las investigaciones académicas más rigurosas y opta por un esquema clásico en el debate de la sostenibilidad: la distinción entre las estrategias de mitigación y de adaptación.
Al abordar las primeras, se centra en los cinco sectores que más emisiones de gases de efecto invernadero generan: la energía, la industria, la agricultura, la movilidad y el acondicionamiento térmico de los edificios. En cada uno de ellos expone las vías más realistas para tratar de “descarbonizar” en el menor tiempo posible el sector, así como el modo como se debería invertir para acelerar el ritmo de las innovaciones.
A continuación, Gates expone los modos como deberemos adaptarnos a un cambio climático que en gran medida ya es inevitable, así como la importancia de las políticas públicas y la participación ciudadana.
Para el lector especializado en cualquiera de los muchos aspectos abordados, el ensayo resultará una buena síntesis actualizada y de agradable lectura. Para la gran mayoría del público, resultará mucho más novedoso e iluminador. La exposición pedagógica de los contenidos y la claridad en la presentación de las cuestiones planteadas ayudan a ello.
Si algo se echa en falta quizás es, por un lado, poner de relieve de forma más explícita la estrecha relación entre la cuestión climática y el resto de “límites planetarios” que no deberíamos transgredir —como, por ejemplo, la acidificación de los océanos, la emisión de sustancias tóxicas o el reto del agua—. Por otro lado, el énfasis puesto en la perspectiva científica, técnica y financiera eclipsa las consideraciones éticas y el papel que las ciencias sociales podrían también jugar en este periodo de transición que enfrentamos. En este sentido, sorprende por último que un gran conocedor de los países en vías de desarrollo omita el papel que las grandes tradiciones religiosas podrían desempeñar como grandes actores transnacionales, como potenciales catalizadores de la conversión cultural que precisamos.
En todo caso, el libro no tiene desperdicio y merece una lectura atenta. Sin duda, ayudará a despolitizar el debate climático e implicar en él a las grandes empresas y a los principales filántropos.
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