viernes, 12 de noviembre de 2021

Ayn Rand: Himno. Por Marta Medina Balguerías

Rand, Ayn: Himno (Anthem). Deusto, Barcelona, 2020. 256 páginas. Traducción de Verónica Puertollano López. Comentario realizado por Marta Medina Balguerías.

¿Qué ocurriría si el “nosotros” hubiera acabado con la palabra “yo”? La escritora y filósofa Ayn Rand, de procedencia rusa y nacionalizada estadounidense, elabora un relato de ficción distópico en el que parte de este supuesto. Es fácil darse cuenta de la crítica al comunismo que subyace tras las páginas de un relato cuya inocencia es solo aparente. 

Himno es una novela breve y ágil, escrita con una gran capacidad evocadora, que sitúa al lector de lleno en lo que sería un mundo tan centrado en la dimensión colectiva del ser humano que destruiría por completo la unicidad de cada uno. El propio uso del lenguaje trasluce con potencia esta idea. Por ejemplo, el nombre que Rand da a los personajes o su uso exclusivo del plural cuando hablan personajes individuales. 

En el relato la autora nos muestra el itinerario de un hombre que, yendo contra lo establecido, se embarca en un proceso de búsqueda tras el que descubre “la palabra olvidada”: “yo”. 

Esta edición de Deusto nos permite, además, acercarnos con más éxito al proyecto que Rand tiene en Himno. En primer lugar, porque, para quien no conozca nada de la autora, se ofrece un prólogo y un apéndice que, de manera distinta y complementaria, ayudan a comprender la trayectoria intelectual de esta filósofa y los conceptos clave de su filosofía y a enmarcar esta novela en ella. En segundo lugar, porque la edición incluye un facsímil de la edición original inglesa con los cambios que la autora fue señalando a mano para la edición estadounidense de la obra, años más tarde. Tanto si se conoce a Rand como si no, la presente edición es atractiva y accesible. En el primer caso, además, consigue despertar el deseo de saber más sobre su proyecto filosófico y sus novelas. 

Aunque evidentemente Rand está reaccionando contra un colectivismo que aliena a la persona y desdibuja su individualidad, cabría preguntarle si la defensa acérrima que ella hace del individualismo no tiene el peligro de caer en el extremo contrario. Ella elaboró su pensamiento en el siglo XX. Quizá lo que vivimos hoy en el siglo XXI nos hace plantearnos que una huida demasiado pendular del peligro que desenmascara esta novela ha llevado y sigue llevando a un individualismo mal entendido que suprime una dimensión esencial del ser humano: su relacionalidad. Con razón denuncia Ayn Rand que los seres humanos no persigan su felicidad y se disuelvan en el “nosotros”. Y también con razón deberíamos denunciar hoy que por perseguir dicha felicidad se nos ha olvidado que no podemos lograrla solos.


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