miércoles, 17 de noviembre de 2021

Irmtraud Fischer y Juliana Claasens (eds.): Profecía. Por Ianire Angulo Ordorika

Fischer, Irmtraud y Claasens, Juliana (eds.): Profecía. Verbo Divino, Estella, 2020. 375 páginas. Colección La Biblia y las mujeres 2, Comentario realizado por Ianire Angulo Ordorika (Facultad de Teología. Universidad Loyola Andalucía).

Hace ya unos años que un nutrido e internacional grupo de teólogas y biblistas se lanzaron a la aventura de publicar una colección de estudios en torno a la Biblia desde perspectiva de género. El volumen que tenemos delante, editado por la austriaca Fischer y la sudafricana Claassens, se ocupa de los libros proféticos de la Biblia hebrea. Como es sabido, la Biblia hebrea se divide en tres grandes bloques: Ley, Profetas y Escritos. De este modo, la profecía en mentalidad judía incluye, además de aquellos que en el ámbito católico consideramos proféticos, otros libros que solemos calificar de históricos. Esto es: Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes. Todos ellos, los nebi’im, son el centro de atención de este número de la colección “La Biblia y las mujeres”, lo que puede generar cierto desconcierto si no se cae en la cuenta.

El libro se estructura en torno a tres bloques distintos. El primero de ellos, constituido por cuatro capítulos, atiende al contexto y al trasfondo histórico. En él aborda el modo en que el género y la profecía se articulan en el Antiguo Oriente Próximo. Se inicia con un estudio de Sergi en el que muestra cómo, a pesar de configurar un relato único, la historia de Saúl y la de David pertenecen a tradiciones independientes de la zona del norte y del sur respectivamente. La iconografía y el modo en que se representa en ella a las mujeres en contextos de culto y guerra es la temática de la que se ocupa Schroer en el segundo capítulo. En sus páginas pretende mostrar las aportaciones que los testimonios iconográficos pueden ofrecer a la hora de atender a las cuestiones de género en los textos.

Las referencias a la profecía que encontramos en textos asirios, de Mari y en la Biblia hebrea en varios casos apuntan a que sus protagonistas no son solo varones. Bien mujeres o bien personajes de género indefinido atraviesan los testimonios estudiados por Nissinen, mostrando con evidencias que esta no era una tarea estrictamente masculina. El último capítulo de esta sección está a cargo de Brison y recorre de Josué a Malaquías analizando, por un lado, el vínculo entre las mujeres y la adivinación y, por otro lado, la personificación femenina de naciones pecadoras a las que se caracteriza como brujas o prostitutas. Así se evidencia que quienes desempeñaban roles no tradicionales se percibían como una amenaza al orden social.

El segundo apartado de la obra está dedicado a las figuras literarias femeninas en el contexto socio-histórico de los libros bíblicos estudiados. Son cinco los capítulos dedicados a esta temática. El artículo de Lee pretende desentrañar la voz profética femenina atendiendo a una hipótesis cuestionable sobre la composición poética. La autora defiende que los patrones de tresillos corresponden a las mujeres, mientras que los dosillos a los varones, de modo que se podría intuir por estas estructuras la autoría masculina o femenina de los oráculos. Kessler, por su parte, presenta cinco perfiles de mujeres resistentes de estos libros bíblicos: víctimas de violencia sexual, malvadas, quienes se posicionan del lado de los futuros vencedores, las líderes de su comunidad y quienes luchan por sus derechos.

Centrándose en los libros de Josué y Jueces, Bauks se ocupa de Axá, la hija de Jefté y aquellas víctimas presentes en Jue 19-21. Todas ellas son mujeres en contexto bélico reflejan el esquema decadente de Jueces, pues también la valoración de las mujeres va degradándose. Son abundantes las mujeres pertenecientes a la familia real que aparecen en los relatos en torno a Saúl, David y Salomón. Müllner recorre estos personajes mostrando la función política que adquieren en los relatos dinásticos y cómo se convierten en indicadores visibles de los cambios de poder. El último capítulo de esta parte es el de Häusl. A la luz de los textos bíblicos, ella presenta cómo las mujeres de la corte de Israel, en especial las madres de los monarcas, poseían poder político, simbólico y cultual debido a las funciones propias de su alta posición.

La sección más amplia del libro es la tercera. Los ocho capítulos que hay en ella estudian las metáforas, personificaciones y aproximaciones orientadas al género de los nebi’im. Es muy habitual en los textos proféticos la identificación de las ciudades con mujeres. Tras explicar los motivos de esta personificación, Maier repasa los ejemplos principales y plantea el contexto bélico que explica la dureza de estos textos. En conexión con esta temática, García Fernández abordará la metáfora matrimonial en los profetas, con una especial atención a cómo el DeuteroIsaías la reelabora apuntando hacia una Nueva Alianza. El modo en que el lenguaje afecta a la vida lleva a esta autora a sugerir la necesidad de ahondar más en el embrión asociativo donde surge esta metáfora esponsalicia para encontrar nuevas claves de interpretación.

Rossi estudia algunos textos que parecen remitir a la vida privada de los profetas. Muestra la actividad editorial de esos pasajes y cómo la distinción entre el ámbito público y privado es inadecuada para estos personajes. Los dos capítulos siguientes se orientan desde la hermenéutica del trauma. Claassens analiza el modo en que la metáfora de la parturienta, frecuente entre los profetas, se transforma en algunos pasajes para comunicar esperanza más allá del trauma. Poser, por su parte, plantea cómo el conflicto bélico y su condición traumática está presente en la literatura profética y tiene una fuerte dimensión de género.

Brenner-Idan publicó hace más de veinte años un artículo en torno a la violencia sexual en los profetas. Sin cambiar su posición esencial, en este capítulo revisa y actualiza sus planteamientos desde el contexto más actual. Pettigiani, por su parte, rastrea los pasajes proféticos de tinte mesiánico. En ellos reconoce lo femenino tanto en el origen como en el destino de la misión del mesías. El libro concluye con un estudio de Levinson que, desde la convicción de que el lenguaje determina nuestra imagen divina, señala la necesidad de recuperar las metáforas femeninas presentes en la Biblia. Ilustra esta cuestión mostrando los rasgos femeninos de Dios en el DeuteroIsaías.

La heterogeneidad característica de una obra de este tipo se convierte en una oportunidad privilegiada para escuchar voces, cualificadas y rigurosas, muy diversas y plurales.


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