lunes, 25 de abril de 2022

Dolores Aleixandre: Murmullos desde una sillita baja. Por Ianire Angulo Ordorika

Aleixandre, Dolores: Murmullos desde una sillita baja. Khaf, Madrid, 2021. 142 páginas. Comentario realizado por Ianire Angulo Ordorika.

El Evangelio resulta siempre paradójico, por eso no debería sorprendernos su tendencia a confundir lo grande con lo pequeño o lo importante con lo insignificante. Desde este mismo criterio, no hay mejor punto de arranque para la colección de biografías que comienza ediciones Khaf, “Memoria viva”, que iniciar con la de Dolores Aleixandre. Pequeña en tamaño pero inmensa en lucidez, esta mujer es capaz de narrarse a sí misma sin, por ello, abandonar esa “sillita baja” que le acompaña. Este austero asiento, que ha permanecido junto a ella a pesar de varias mudanzas, se convierte en un símbolo de su propia actitud existencial. Natural como ella misma, sin aspavientos ni alharacas, Dolores desgrana momentos de su vida con los pies bien plantados en la realidad cotidiana. Lo hace con la sencillez y el sentido del humor que tanto le caracterizan.

Tras el prólogo de Silvia Martínez Cano, se ofrece una presentación de Dolores Aleixandre de la mano de dos biblistas relevantes: Elisa Estévez y Fernando Rivas. Ellos, compañeros y amigos de nuestra protagonista, son los encargados de aportar una semblanza que combina los datos objetivos con el cariño y el respeto ganado por ella.

La biografía se estructura en torno a diez capítulos, cuyos títulos comparten siempre el mismo inicio: “Tiempo de…”. Tras él, distintos términos organizan sus recuerdos en etapas: relatos, cambios, turbulencias, Palabra, aprendizajes, inicios, docencia, narraciones, escritos y espera. Así, Aleixandre se va narrando a sí misma combinando sus momentos existenciales con las circunstancias históricas y eclesiales que ha ido recorriendo, desde la posguerra de su infancia hasta la pandemia de la COVID-19, pasando por el Concilio Vaticano II y sus agitados años posteriores.

Hablar de lo serio haciendo reír es una peculiaridad que acompaña los escritos de esta autora. En este caso, nos regala experiencias vitales sin tomarse a ella misma demasiado en serio. Y es que, si decíamos que la Buena Noticia es siempre paradójica, la que encierra este libro es que, siendo una auto-biografía, no produce sensación de auto-referencialidad al leerlo. Al contrario, nos devuelve a cada uno de los lectores el reto de mirar nuestra existencia en diálogo con el momento histórico y eclesial que atravesamos, tal y como ella lo ha hecho en sus páginas. Se trata, sin duda, de una lectura ágil y muy recomendable.


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