Barreiro Luaña, Álvaro: Los misterios de la vida de Cristo. Mensajero–Sal Terrae–UPCo, Bilbao–Santander–Madrid, 2014. 245 páginas. Colección Manresa 53. Comentario realizado por Eduard López.
¿Otro libro sobre los misterios de la vida de Cristo? Ésta es la pregunta que aparentemente un lector podría hacerse. Ahora bien, si ingenuamente se deja llevar por su lectura y por su estudio, rápidamente podemos encontrar la especificidad que Á. Barreiro proporciona a los interesados por la espiritualidad ignaciana y, en particular, a la comunidad de investigadores: la contemplación de la vida de Jesucristo; su historia, método y teología en los Ejercicios ignacianos. Así consta en su rótulo original (Edições Loyola, São Paulo, 2010). De entrada, por lo tanto, estamos delante de una traducción.
Evidentemente, este libro lo debemos situar en la línea de otras dos anteriores (R. García Mateo, 2002; S. Arzubialde, 2009). El primero de ellos, García Mateo ya nos regaló su estudio pormenorizado acerca de los misterios de la vida de Cristo en los Ejercicios Espirituales y en la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, dicho el Cartujano. Mientras que el segundo, en la reedición corregida y aumentada de la exégesis de los Ejercicios Espirituales, ofrecía una reflexión teológica y una búsqueda de la hermenéutica adecuada del corpus ignaciano (pp. 951ss).
Imaginemos la obra de Á. Barreiro como un retablo de tres tablas: la historia de los misterios de la vida de Cristo, el método de su contemplación y, finalmente, su teología subyacente. Cada una de ellas tiene una autonomía propia porque el objeto de estudio le es propio. Mientras que la primera parte apunta, por un lado, a la documentación historiográfica de los Padres de la Iglesia (Ignacio de Antioquía y Orígenes) y de cuatro ejemplos de la Edad Media (Bernardo de Claraval, Elredo de Rievaulx, san Buenaventura y Tomás de Aquino); por otra parte, lo hace a la influencia de la Devotio Moderna y de la Vita Christi, de ese primer dominico hecho, posteriormente, cartujano: Ludolfo de Sajonia. La segunda tabla de nuestro retablo se dedica al método de la contemplación en Ignacio de Loyola desde su experiencia en Loyola (convalecencia y lectura de la Vita Christi) y su paso por Montserrat y Manresa (oración mental e influencia del Compendio, síntesis del Ejercitatorio de fray García Jiménez de Cisneros). Este punto de partida da pie a profundizar, ahora ya, en los Ejercicios Espirituales: preparativos necesarios para la contemplación, el uso de los sentidos, el valor de la oración preparatoria y la función de los preámbulos, puntos y coloquios en la oración ignaciana. Finalmente, la tercera tabla dibuja una reflexión teológica y, en particular, su cristología teológica. Con este término acuñamos la reflexión de Cristo que nace de la contemplación ignaciana. Al hacerlo, Á. Barreiro se posiciona junto a la autoridad de K. Rahner, quien también se dedicó en sus Meditaciones sobre los Ejercicios de San Ignacio (Herder, Barcelona 1971), a presentar su cristología llamémosle “ignaciana”. Desde ahí, el “conocimiento interno” de Jesucristo y el valor del seguimiento de Jesús con dos apuntes de estudios para acabar con una reflexión pneumatológica, es decir, la presencia del Espíritu Santo en Ignacio de Loyola, en los Ejercicios, dando un papel crucial a las reglas de discernimiento de espíritus.
Presentado sucintamente este retablo en tres tablas, subrayamos una actualización de lo que suponen los misterios de la vida de Cristo para los Ejercicios y, en consecuencia, para la vida del ejercitante que “quiere y desea” ponerse bajo la Bandera de Cristo (cf. Ej [147]). Si Ludolfo de Sajonia con su Vita Christi aunó la exposición de los contenidos de la fe cristiana y la adhesión a Cristo mediante el “toque del afecto y de la emoción de su lector u oyente –lo que en formulación teológica viene expresado como fides quae creditur y fides qua creditur–, la cristología contemporánea necesita de la mística, es decir, de la experiencia de la fe en contexto oracional (G. Uríbarri, Razón y Fe 239 [1999]). Sólo nos queda decir el carácter abierto de esta obra. Precisamente, su final resulta una apertura necesaria para la reflexión teológica y espiritual: la pneumatología. La obra finaliza con apenas unas páginas dedicadas a ella cuando, quizás, el punto de partida es el don del Espíritu Santo que mueve al ejercitante a ponerse en camino y contemplar(se) en los misterios del Misterio cristiano cuyo ejercicio será su visión, la implicación en Él y el discernimiento del ejercitante. Otro libro, por lo tanto, sobre el Misterio cristiano y su contemplación; ésta es el hilo en donde se teje este retablo en tres tablas de un valor notable por su bibliografía y aparato crítico.
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