lunes, 27 de enero de 2025

Joan Chittister: El aliento del alma. Por Mª Ángeles Gómez-Limón

Chittister, Joan: El aliento del alma. Reflexiones sobre la oración. Sal Terrae, Santander, 2010. 142 páginas. Comentario realizado por Mª Ángeles Gómez-Limón.

«Ora como puedas y no trates de orar como no puedes. Piensa en ti tal como eres y empieza a partir de ahí» (p. 13). 

Con esta «mención de autor» se inician unas Reflexiones sobre la oración que no son solo de la autora, sino que compendian en la máxima concentración y esencialidad la sabiduría sobre los previos –y no tan previos– básicos del «cara a cara» con Dios, coram Deo, que decían los clásicos. 

El aliento del alma, título de la obra a partir de una original imagen sobre la oración, parte reconociendo que «la oración constituye el vínculo con una vida que está más allá de lo mundano, de lo cotidiano, de la rutina; en suma, de las dimensiones inmediatas de la vida. La oración es el comienzo de una relación con el Dios más íntimo que nuestra propia intimidad. Pero la oración auténtica exige algo de nosotros... y del Dios al que buscamos. Y lo que exige es que vayamos a ella con un corazón abierto, un buen conocimiento personal, constancia en las tinieblas y voluntad de esperar la Luz, aun cuando no veamos más que oscuridad» (pp. 9s). De ahí este particular breviario, que atiende a lo que no tendríamos que dar nunca por supuesto o por sabido: «Este sencillo libro... se centra en lo que los seres humanos nos sentimos más inclinados a olvidar: la preparación para la oración y el compromiso con la misma» (p. 9). 

La autora, Joan Chittister, religiosa benedictina y muy conocida en nuestros ámbitos, ha escrito ya numerosos libros, entre los que destacamos El fuego en estas cenizas; En busca de la fe; Odres nuevos. Antología de una visión espiritual; La regla de san Benito; Doce pasos hacia la libertad interior; Los diez mandamientos; El don de los años, entre otros. Asimismo, es lúcida conferenciante y líder internacional del movimiento por la paz y la justicia. Es una voz clara y audaz que muestra el camino hacia Dios en todos los aspectos de la vida, y en particular a través de la oración. Este libro recoge sus convicciones básicas. 

Aliento del alma se compone, según ya se deduce, de una Introducción y una serie de brevísimos epígrafes donde se van significando las actitudes básicas para esta particular «respiración»: Conocimiento personal; Responsabilidad; Entusiasmo por la vida; Disciplina; Constancia; Humildad; Autenticidad; Vulnerabilidad; Agradecimiento; Rutina; Paciencia; Esfuerzo; Atención... Así, hasta cuarenta y dos. Llamativamente, algunos títulos se repiten (Responsabilidad, Humildad...), no así el contenido, que incide de nuevo, desde otro ángulo, en actitudes de punto de partida donde las haya.

Los apartados–sugerencias de meditación más que «lecciones»– son solo un inicio del tema, donde queda –intencionadamente, según la autora– casi todo por decir. La estructura interna de cada uno de ellos está precisamente al servicio de esta finalidad; de ahí que se abran con una cita de autor, sigan unas notas sugerentes que «abren boca» para seguir ahondando, se continúe con un «mantra» alusivo, en fidelidad a tan antigua tradición, para concluir con la escucha de la Palabra. Una cita bíblica condensa el tema y, en cierto modo, lo lanza hacia delante, hacia dentro, al territorio del Espíritu, que es como el viento... «El lector debe leer este libro en el orden que le parezca oportuno... Sobre todo, ha de permitir que el libro se introduzca suavemente en su alma. No debe ingerirlo de una vez» (p. 11). 

Nos encontramos así con una obra que es «pequeña gran compañera» para disponerse a la oración, en este continuo aprendizaje en que nos sentimos y sabemos los que queremos ser discípulos. Sugerente, de una sencillez encantadora, honda dentro de la suavidad del tono y del contenido, ágil, es un libro que viene bien a muy distintos tipos de personas: los iniciados y los que quieren iniciarse, los que oran y los que se preparan para ello... Es cuestión de la mejor sabiduría, que sabe mirar más adentro, en el seno de toda realidad, y descubrir al Emmanuel y acoger dialógicamente la Palabra. 



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