miércoles, 29 de enero de 2025

Paloma Castillo: El camino espiritual de Tomás Moro. Por José Manuel Burgueño

Castillo, Paloma: El camino espiritual de Tomás Moro. San Pablo, Madrid, 2009. 208 páginas. Comentario realizado por José Manuel Burgueño.

Mientras que en el mundo anglosajón Tomás Moro es una de las figuras del santoral más conocidas y reconocidas y una referencia casi cotidiana, particularmente en ámbitos jurídicos o políticos, en España todavía es poco valorado, como lo demuestra el hecho de que no ha habido ninguna iglesia consagrada al santo inglés en toda nuestra geografía hasta la pasada década, cuando se inauguró la primera en las afueras de Madrid. 

Aunque solo sea como contribución contra ese desconocimiento, la obra de Paloma Castillo, una doctora en medicina que no ha dejado de cultivar su pasión por el humanismo renacentista, supone un acierto. Pero quizá su mayor tino sea el desarrollo de lo que ya el título apunta: el camino espiritual de este mártir del siglo XVI, ejecutado no solo por una cuestión de principios, de fidelidad, de dignidad o de fe, sino, sobre todo, por una cuestión de amor (p. 137). De formación anglófila, la autora ya había tratado de acercar esta figura al público con su obra Tomás Moro. Retorno a Utopía (2006), en la que imagina lo que probablemente pasara por la cabeza de Moro horas antes de su ejecución. 

El presente libro se plantea como tres grandes bloques: los dos primeros recorren, respectivamente, su biografía terrenal y su trayectoria espiritual, y el tercero es una selección de textos (cartas y fragmentos de algunas de sus obras) que, aunque se presentan en conjunto, van intercalados (citados) a lo largo de las dos primeras partes. Así, la lectura de estas dos partes se hace con el dedo índice siempre entre páginas de la tercera, a las que se acude cuando se referencia un texto original. El libro concluye con la bibliografía de Tomás Moro y las obras más significativas sobre el político y santo inglés, aparte de otros textos relacionados. 

La primera parte explica el camino por el que el erudito humanista, padre de familia y terrateniente acomodado de Chelsea, llega a convertirse, primero, en lord canciller de Inglaterra («alguien debía hacerlo», piensa Moro (pp. 32 y 62), y luego, en traidor a Enrique VIII y mártir de la Iglesia. Su vida da ya muchas claves espirituales, desde el entendimiento de su cargo como servicio hasta la fidelidad a su rey incluso en el patíbulo. Nos acerca al Tomás más humano y familiar, que trata con cariño a sus hijas y añora en prisión su jardín, y al Moro pensador y teólogo. 

Sin embargo, es la segunda parte, su biografía espiritual, la que, ahondando en su particular Getsemaní y Gólgota, nos descubre al «hombre para la Eternidad» (p. 131). Desgranando tres de sus obras –Utopía; Diálogo de la fortaleza contra la tribulación y su inacabada Agonía de Cristo–, el libro se convierte en una exploración íntima –a la vez mística y razonada– de la senda que lleva al martirio, la misma que se puede reconocer quince siglos antes en san Pedro o en san Esteban (dos de sus referencias); o cuatro siglos después en Monseñor Romero, los jesuitas de la UCA o los monjes franceses de Tibhirine. La autora presenta el proceso como una lucha y una conquista, y por eso Moro dice a su yerno, justamente antes de subir al bote que le lleva a la prisión: «Doy gracias a Nuestro Señor porque la batalla ha sido ganada» (pp. 43 y 73). Primero gana la batalla de la tentación, que le atenaza toda la noche anterior (su Monte de los Olivos); y después, ya en su celda, gana definitivamente la guerra del Calvario, ante la amenaza cierta de la muerte terrible, lenta, dolorosa e ignominiosa que se reserva a los traidores (hasta unas horas antes de su ejecución, no sabía que el monarca finalmente la cambió por la decapitación). 

Otra meritoria aportación es la selección de textos de la tercera parte, que apuntala las propuestas de la autora sobre su trayectoria vital y en la que incluye además preciosas oraciones del santo que cobran especial valor conociendo su contexto. 

Patrono de gobernantes y políticos y referencia moral de juristas en todo el mundo, Tomás Moro también es patrono del buen humor, una característica mucho más que anecdótica en su personalidad, que, sin embargo, queda sin desarrollo en esta obra, apenas tan solo mencionada en la introducción. Esta quizá sea la principal crítica que puede hacerse a este libro, cuya pretensión es, sobre todo, acercar al público a esta figura del ecumenismo, escritor y pensador británico, «ejemplo de santidad, cultura y entrega al servicio público» (p. 7).


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