miércoles, 27 de agosto de 2025

José Mª Rodríguez Olaizola: La Pasión en Contemplaciones de Papel. Por Ignacio González Sexma

Rodríguez Olaizola, José Mª: La Pasión en Contemplaciones de Papel. Sal Terrae, Santander, 2012. 230 páginas. Comentario realizado por Ignacio González Sexma.

En el año 2008, José Mª Rodríguez Olaizola publicaba Contemplaciones de Papel. A lo largo de las páginas de aquel libro iban desfilando distintos personajes que se encontraron con Jesús en la vida pública de este: Marta y María, Santiago y Juan, Zaqueo... Cuatro años después, el mismo autor publica La Pasión en Contemplaciones de Papel. Si las primeras Contemplaciones de Papel seguían el recorrido de la segunda semana de los Ejercicios Espirituales, estas nuevas Contemplaciones se adentran en la tercera semana. 

Con un lenguaje ágil, claro y preciso, el autor nos invita a acompañar a Jesús a través de varios de los personajes que aparecen en las distintas escenas de la Pasión, en su camino desde el lavatorio de los pies y la última cena hasta la muerte en la cruz y la posterior recogida y cuidado del cadáver a cargo de José de Arimatea; pasando, entre otros episodios, por la oración en Getsemaní o los juicios a Jesús. El epílogo final apunta hacia la clave más esencial del cristianismo: la Resurrección de Jesús, que nos muestra que el dolor, el fracaso y la muerte son siempre palabras penúltimas, pues la última palabra es siempre una palabra de Vida. 

Cada capítulo está estructurado de la misma manera que en las primeras Contemplaciones de Papel

En la primera parte, el autor hace realidad la máxima ignaciana de «contemplar la escena como si presente me hallare» e invita a los lectores a hacerse presentes en las distintas escenas narradas, acompañando a los personajes cuyas existencias se cruzan con la de Jesús en estos últimos instantes de su vida. Junto a personajes conocidos de sobra –Pedro, Santiago, Judas, Pilato–, aparecen otros que nos suenan bastante menos, como pueden ser Malco, criado del Sumo Sacerdote, o la mujer de Pilato. La frescura de la narración y la hondura psicológica con que se exponen las actitudes y vivencias de los distintos personajes ayudan a meterse plenamente en la contemplación, como si estuviésemos contemplando una película y de pronto nos invitaran a dejar la butaca y meternos en la escena. La decepción de Pedro, el egoísmo de Pilato, la intercesión inútil de la mujer de Pilato, la ternura del buen ladrón o el valiente gesto de José de Arimatea, entre otras vivencias, pasan de ser leídas sobre un papel a ser contempladas con detalle y emoción. 

En la segunda parte de cada capítulo nos encontramos con una atinada reflexión actual al hilo de la escena contemplada, que nos hace experimentar el Evangelio como lo que en realidad es: la novedad, la sorpresa que nos trae la Palabra de Dios Las referencias literarias –Los juegos del hambre, Tenemos que hablar de Kevin– y cinematográficas –Misión imposible, Indiana Jones– ayudan a comprender el Evangelio como la Palabra siempre viva y actual que Dios no se cansa de dirigirnos en cada momento de la historia y en cada situación vital que estemos atravesando. 

Cada capítulo acaba con un poema-oración que recapitula todo lo contemplado y reflexionado y que puede servir de ayuda para entablar un diálogo final con Jesús de Nazaret, el protagonista principal de esta Pasión en Contemplaciones de Papel

Aunque todos los capítulos se leen con facilidad y todos contienen enseñanzas muy útiles para ayudar a los lectores a adentrarse en el misterio de la Pasión, cabe destacar dos capítulos: Al hilo de la historia de Malco, el criado del Sumo Sacerdote, que permanece como espectador de la injusticia que sufre Jesús, el autor nos plantea una interesante disyuntiva: podemos ser espectadores o protagonistas de nuestra vida y de nuestra fe. El capítulo dedicado a Judas Iscariote y la reflexión posterior sobre el perdón y el arrepentimiento merecen la pena ser leídos –y orados, si es posible– con detenimiento. 

Las reflexiones sobre las jaulas de oro –la seguridad del inmovilismo y la superficialidad– y las intemperies de la vida –arriesgar a abrirse a la novedad y vivir con más hondura– merecen también ser destacadas por su actualidad y por lo atinado y agudo de sus propuestas. 

Una de las virtudes de este libro es que puede ser utilizado de muchos modos distintos: puede servir como lectura espiritual que ayude a preparar la vivencia de la Semana Santa; puede iluminar la oración personal, especialmente en el marco de unos Ejercicios Espirituales; puede servir de base para la reflexión de grupos que buscan profundizar su fe a través de los personajes del Evangelio; finalmente, la frescura y la actualidad de sus reflexiones pueden ser de gran utilidad en pascuas juveniles (o no necesariamente tan juveniles). 

En definitiva, nos encontramos ante un muy buen libro, que combina facilidad de lectura con profundidad de reflexión. Un libro muy anclado en la contemplación tal como la propone san Ignacio y que puede ayudar a muchos creyentes a vivir de manera más personal y experiencial el misterio de la Pasión de Cristo. Su lectura nos hace desear que aparezcan pronto otras Contemplaciones de Papel por las que vayan desfilando los personajes de los relatos de la Resurrección.



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