miércoles, 14 de febrero de 2024

Leonardo Boff: San José. Por José Manuel Burgueño

Boff, Leonardo: San José. Padre de Jesús en una sociedad sin padre. Sal Terrae, Santander, 2007. 198 páginas. Comentario realizado por José Manuel Burgueño.

Durante más de quince siglos, la figura de san José permaneció en la oscuridad, relegada al ostracismo por parte de los teólogos. Hasta hace muy poco, como recuerda Boff, «nunca se le consideró digno de ocupar un lugar importante en la reflexión, ni siquiera de los papas de Roma» (p. 106). El personaje silencioso, justo y trabajador que ejerce como padre de Jesús en la tierra y al que los Evangelios no dedican en ningún momento un discurso exclusivo merece en este libro la atención del prolífico Leonardo Boff para rescatarlo del olvido y colocarlo en un estatus singular. 

En una obra tan completa como sencilla, el teólogo brasileño ha sabido destilar con acierto casi todo lo que se sabe del patrono de la Iglesia universal, fruto de una tarea de investigación claramente de muchos años. Dan fe de ello las diez páginas finales de apretada bibliografía. Con un carácter de «libro definitivo», y a veces con cierto tono de tratado académico, el autor ofrece en primer lugar un recorrido exhaustivo de la figura de san José desde todas las visiones posibles, empezando por aclarar estereotipos sobre el esposo de María, tales como su supuesta ancianidad o el carácter de su matrimonio. El trayecto se detiene en el santo histórico, el san José de la fe (el narrado en los Evangelios), el de la tradición (de los apócrifos), y el de la razón (desde la reflexión teológica). Este bloque, el primero de los tres en que se divide el libro, es el más extenso y ocupa más de la mitad del mismo. 

La segunda parte, más breve (pp. 119-159) es una escalada hacia lo que él mismo define como objetivo del libro: «responder a la pregunta de si tiene san José una relación única y singular con el Padre celestial, de manera que pueda afirmarse que representa la personificación del Padre» (p. 24). Dando un paso más con respecto a quienes afirman que José pertenece al orden de la unión hipostática o defienden la relación singular de José con el Padre celestial, el autor plantea aquí de forma entusiasta que, al igual que Jesús es la personificación del Hijo y María lo sería del Espíritu Santo, José lo sería del Padre. Esta tesis, que sitúa aparentemente a José en un plano equiparable a Jesús, puede, cuando menos, confundir al lector. 

Llama un poco la atención que sea éste el objetivo que se marca con esta obra, en vez de, como cabría esperar del subtítulo, vindicar la figura del José padre de Jesús como modelo y referencia para esta sociedad sin padre. Es en las treinta últimas páginas, que constituyen la tercera parte, donde ya sí responde a la promesa de portada. En el marco de lo que la Trinidad y la Sagrada Familia pueden iluminar a la familia moderna, se detiene en las implicaciones que el modelo de san José como padre, esposo y educador puede tener en nuestra sociedad, en la que el padre ha dejado de estar presente y atraviesa una situación «más dramática que la de la familia» (p. 171). 

Quizá en una de las piezas clave del libro, resume en unos pocos puntos lo que José nos revela, «no con palabras, pues nada nos dijo, sino con sus ejemplos, que hablan más alto y más claro que cualquier palabra» (p. 178): irradia el principio antropológico del padre, tomando decisiones ante problemas complejos (el misterioso embarazo de María); manifestando un sentido fuerte del deber (viaja para censarse, atiende al parto en Belén, presenta al Niño, cumple las peregrinaciones anuales...); mostrando valor ante los peligros (en la huida a Egipto); ejerciendo autoridad e imponiendo límites (Jesús «les obedecía»). Desempeña la función del padre de ser puente entre la familia y la sociedad con la imposición del nombre a Jesús y su aceptación pública del hijo que él no ha engendrado, así como transmitiéndole su rectitud en el obrar (era un varón justo) y su experiencia profesional. Finalmente, y puede que lo más importante por sus consecuencias, ejerce una paternidad «sana y vigorosa», base para la experiencia espiritual de Jesús, que vivió una extrema intimidad con Dios, llamándolo infantilmente «Abba», gracias a la extrema intimidad que tuvo antes con su padre José. 

Leonardo Boff aúna, pues, en esta obra una meritoria recopilación y síntesis de información y reflexión sobre san José desde las perspectivas más relevantes; un ejercicio de fundamentación teológica encaminado a dar soporte a la tesis de que el padre terreno de Jesús personifica a su Padre celestial; y, finalmente, una traslación de los aspectos clave de su figura como modelo para el hombre de hoy. Una valiosísima aportación, sin duda necesaria, aunque quepa cuestionarse la oportunidad de introducir los cuatro capítulos de disquisiciones teológicas para demostrar ese cierto toque divino del obrero de Nazaret. Por bienintencionada que sea esta tarea, lo cierto es que no hace realmente ninguna falta, como acabamos de ver, para «presentar a san José como una figura ejemplar de la que podemos aprender y sacar sabias lecciones también para los padres del siglo XXI, que viven en un modelo de civilización muy diferente y buscan una identidad adecuada para este tiempo» (p. 180).


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