Sanz Giménez-Rico, Enrique: Ya en el principio. Fundamentos veterotestamentarios de la moral cristiana. UPCo, Madrid, 2009. 198 páginas. Comentario realizado por Javier de la Torre.
El libro del profesor Sanz Giménez-Rico, más allá de exponer una moral normativa, profética o sapiencial, tiene el objetivo, sobradamente cumplido, de ayudarnos a entrar en profundidad en algunos «pasajes relevantes del Antiguo Testamento, cuya adecuada comprensión puede generar actitudes morales que iluminen y fortalezcan la manera de conducirse y actuar en la vida, y que pueden formar parte de una moral cristiana» (p. 18). En esos pasajes, sabiamente escogidos, uno descubre al actor principal del drama del mundo pero también se encuentra el lector con su propio relato.
El libro va a las raíces, a importantes textos del Pentateuco que narran las decisivas acciones de Dios en favor de Israel, para comprender más adecuadamente el actuar de Dios y comprendernos a nosotros mismos y nuestro actuar. Los tres capítulos de la obra ofrecen «un recorrido tripartito» (p. 17) en el que se van analizando, sobre todo, tres importantes libros del Pentateuco: Génesis, Éxodo, Deuteronomio. El autor, además, nos ofrece con gran maestría pequeños opúsculos sobre la estructura y el sentido de estos libros que permiten entender mejor los textos.
Si la moral de los seres humanos tiene sus raíces en la morada que construimos o en el hogar que habitamos, la moral cristiana tiene su referencia ineludible en cómo ese sujeto moral, imagen de Dios, construye su hogar y su vida bajo la relación divina. Ya en el principio es un canto a esa relación originaria de Dios y al ser humano que es el fundamento de todo obrar, humano y divino.
Ya en el principio nos introduce en el gran relato mítico de los primeros capítulos del Génesis (1-11), narraciones de lo que nunca fue y de lo que siempre es, para conducirnos a lo «central, esencial y constitutivo del ser humano (su realidad)» para, de ese modo, orientarle, interpretarle y guiarle en una dirección en la que pueda reflexionar sobre el sentido de la vida». En los orígenes de Israel se encuentran los principios normativos de su existencia. En la relación con el Creador se encuentra lo que funda y sostiene al ser humano. El autor del libro muestra y sugiere lo que el Dios creador y de la bendición, de la promesa y de la alianza, de la alteridad y de los límites, puede suponer para la moral cristiana.
En Ya en el principio, Dios se muestra como el que es «siendo en relación» (p. 31), como pura alteridad y como pura vinculación. Pero esta relación en alteridad es ampliada con el estudio de la relación varón-mujer (Adán y Eva), de la complementariedad entre culturas y naciones (Torre de Babel) y del Decálogo, como documento de la libertad dirigido al corazón de aquellos a quienes liberó de la esclavitud.
El capítulo segundo estudia la ruptura de la relación (Génesis 3-4) y de los competidores de Dios, los otros-dios, los dioses alternativos que deforman la mirada, violentan la palabra y rompen los límites. El estudio realizado de Caín desde esta perspectiva es muy sugerente. Caín es el que no tiene en cuenta al otro, el que evita la mirada y la comunicación, el que quiere eliminar a su hermano a pesar de habitar cerca de un Dios que le mira, que le pregunta, que se comunica y se hace cercano. El capítulo se complementa con el estudio detenido del libro del Éxodo, y en particular de ese pasaje del becerro de oro y la oferta de perdón y reconciliación por parte de Dios. El pecado es el rechazo del don originario de la libertad y de la alianza y el rechazo a que Dios acompañe y camine con su pueblo.
El tercer capítulo nos sitúa en el Deuteronomio para, desde esta profunda meditación sobre los comienzos de la historia y de la toma de la tierra, ofrecernos con algunos de sus textos el trasfondo del tema de la misericordia, la justificación y la justicia. En Dt 9,1 - 10,11 encuentra el autor el trasfondo veterotestamentario de la doctrina de la justificación: el Dios que justifica por pura gracia según las promesas juradas a los antepasados mediante la mediación de Moisés cuando el pueblo se reconoce y muestra como pecador. Incluso detrás de ciertos procedimientos contradictorios está el deseo de Dios de restablecer la relación, de lograr la reconciliación con el que le ha ofendido, gracias a la iniciativa y buena disposición divinas.
Una imagen sanadora de raíz se desprende de estas páginas: Dios desea con todas sus fuerzas vivir siempre en relación con los suyos y ofrece a los suyos todo su amor, misericordia y perdón para que entre ellos se dé la relación y el respeto, para que entre ellos se restablezca la justicia (p. 41).
Nos encontramos, por lo tanto, ante un libro necesario para quienes quieran conocer las entrañas del Pentateuco, para aquellos que estén interesados en escuchar una palabra más originaria y sana de lo divino; y, desde luego, ante un auténtico regalo lleno de pistas e intuiciones para aquellos a quienes nos preocupa la renovación de la moral cristiana.
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