Corbin, Henry: Acerca de Jung. El buddhismo y la Sophia. Siruela, Madrid, 2015. Colección "El Árbol del Paraíso" 84. 164 páginas. Traducción de Xavier Nueno. Comentario realizado por Eduard López (redactor jefe de la revista Razón y Fe).
Henry Corbin (París, 1903-1978), ese gran desconocido en las letras castellanas y autor de referencia para la fenomenología y la historia de la religión. Ante todo, debemos situarnos en el contexto de la primera mitad del siglo XX, tiempo crítico en Europa, asolado por las guerras, que vio nacer la creación del Círculo de Eranos, cuyos encuentros se dieron primero en casa de Olga Fröbe, aglutinando personalidades como C. Gustav Jung, Rudolf Otto, Mircea Eliade y el mismo Henry Corbin, entre otros. Por consiguiente, asistimos a un “tráfico” de ideas y de pensamiento que, entre otros resultados, desembocó hacia la creación de la fenomenología de la religión y cuyo valor reside en la apuesta por el sujeto espiritual y la hermenéutica simbólica. Henry Corbin lo estudió con Ibn’Arabî, Sohrawardî y los relatos visionarios de Avicena mientras que C. Gustav Jung, el psiquiatra suizo desvinculado de su maestro S. Freud, tematizó sus experiencias visionarias, como sucedió con el Libro Rojo, publicado recientemente (2009), en torno a tres ejes: a) La emergencia del sí mismo; b) la conciliación de los opuestos, y c) el espíritu de la profundidad versus el espíritu del tiempo.
Desde este marco, la publicación que nos atañe presenta un gran valor: 1. Dar a conocer los documentos confiados por Stella Corbin a M. Cazenave donde se analizan las relaciones entre Jung y el buddhismo, y 2. Publicar lo que ya en su momento vio la luz: la respuesta de Corbin a la Respuesta a Job de Jung. Ante la posible lectura de esta obra, debemos anotar aquí lo que es esperable y lo que no lo es. Comenzando por lo segundo, el lector no encontrará los siguientes aspectos: a) Una exposición sistemática del pensamiento jungiano y su relación con el buddhismo, y b) Una estructura de la filosofía buddhista. Cabe recordar que la naturaleza de esta obra es la de ser una traducción y no, por el contrario, un ensayo o estudio. De aquí subyace su riqueza.
Por último, el lector sí que podrá cruzarse con las siguientes líneas: a) El diálogo pertrechado entre Jung, el buddhismo y el pensamiento corbiniano. Desde diferentes disciplinas, se estudia el “sujeto espiritual” y la hermenéutica simbólica. Corbin lo comprendió bien al crear el concepto genuino mundus imaginalis refiriéndose, así, a la zona intermedia donde se muestra lo epifánico y se espera por parte de quien se ejercite una exégesis (ta’wîl) de las figuras y formas reveladas; b) El valor de la imaginación y de las imágenes como ejercicios espirituales. Aquí el cruce con Ignacio de Loyola y sus Exercitia Spiritualia es evidente, y c) La necesidad de estudiar comparativamente elementos que desde perspectivas y disciplinas diferentes no hacen sino que señalar “el carácter inmunológico” del ser humano, una de las condiciones sine qua non para construir lo que P. Sloterdijk llamó “el planeta de los seres ejercitantes”. Finalmente, conceptos como el sí mismo, la Sophia (Sabiduría) o el espíritu de la profundidad enmarcan esta obra, traducción y legado para su recepción en el mundo de la academia.
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