lunes, 14 de noviembre de 2016

Alicia Kopf: Hermano de hielo. Por Carmen Grande

Kopf, Alicia: Hermano de hielo. Alpha Decay, Barcelona, 2016. 256 páginas. Comentario realizado por Carmen Grande.

Hermano de hielo me llegó a través de un mensaje de mi amiga Ángeles: “Este libro lo ha escrito la hermana del novio de AB; habla de su hermano y de la vida de las familias con un miembro con discapacidad”. La autora, Imma Ávalos, es una mujer joven (nació en 1982), gerundense migrada a Barcelona, licenciada en Bellas Artes y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, con un hermano seis años mayor que ella y diagnosticado de trastorno por espectro autista (TEU) tardíamente, cuando él ya tenía 30 años. Indudablemente, también es inteligente; guapa, por lo que se aprecia en la foto de solapa del libro, y muy especial (Ángeles dixit). Ha publicado esta obra con el nombre artístico de Alicia Kopf, de resonancias judías y con las que se identifica porque “como los judíos, yo no me siento en casa en ninguna parte” (p. 171).

El libro está escrito como narración en primera persona en la que se intercalan informaciones sobre la conquista de ambos polos y cuestiones relacionadas con los hielos de las zonas más frías, y tiene muchos registros o planos de lectura distintos. Para quienes les interese especialmente el retrato que hace de las personas con TEU y cómo lo viven los más cercanos, hay una excelente reseña/extracto en el ABC Cultural (pinchar aquí). Críticas literarias expertas e interesantes pueden verse en El Cultural (pinchar aquí) y en Revista de Letras (pinchar aquí). Aquí quiero simplemente resaltar, citando dos fragmentos, lo que más ha resonado en mí de este libro.
“… Porque no me interesan los exploradores polares por sí mismos..., lo que deseo hallar es una épica, una épica nueva, sin contrincantes ni enemigos, una épica de uno mismo y su idea. Como la de los artistas y los escritores… Pienso en mi madre, en tantas personas que cuidan padres e hijos dependientes, o en cualquiera que resiste en una situación irresoluble, como la enfermedad del cuerpo. Eso también es épico, es lucha. Pero aún no hay buenas imágenes ni buenas metáforas para ello. Yo las busco” (p. 85).
“… somos alquimistas, como los gusanos, secretamos seda… Si transformar la alegría, la belleza y la seducción en oro no cuesta mucho (el proceso alquímico es equivalente a un simple cambio de molde), la conversión de la mierda en oro es un proceso costoso tanto para el organismo que lo lleva a término como, indirectamente, para su entorno… el proceso sublimatorio que comporta la conversión de la mierda en oro no es gratuito; es un proceso peligroso y caro para el pequeño organismo, que puede colapsar si lo que intenta digerir es mayor que la capacidad de asimilación de su tubo digestivo. Hay residuos, mierda, conflictos lo bastante graves como para que sea imposible procesarlos; una gran cantidad de maldad humana es indigerible para este gusano, consciente de que saturaría las defensas de su pequeño organismo, capaz de digerir sólo conflictos a escala local” (pp. 132-135).
Y este término, tan poco correcto, me trajo a la memoria la última carta de Manuel Sacristán, escrita en Barcelona, tres días antes de morir, el 24 de agosto de 1985, y dirigida a Félix Novales Gorbea, preso del GRAPO: “Una cosa es la realidad y otra la mierda, que es sólo una parte de la realidad, compuesta, precisamente, por los que aceptan la realidad moralmente, no sólo intelectualmente (Por cierto, que, a propósito de eso, no me parece afortunada tu frase “reconciliarse con la realidad”: yo creo que basta con reconocerla: no hay por qué reconciliarse con tres millones de parados aquí y ocho millones de hambrientos en Sahel, por ejemplo. Pero yo sé que no piensas que haya que reconciliarse con eso)”. [Cursivas, mías: texto disponible en “Una conversación sobre Manuel Sacristán con el escritor, sociólogo y filósofo Jorge Vital de Brito Moreira” (pinchar aquí)].

Los referentes de Kopf/Ávalos y Sacristán, efectivamente, son muy diferentes, los separan 31 años, con contextos y experiencias vitales muy distintas. Pero creo que, terminología aparte, los une la defensa de lo que, para mí, es descripción de la vocación específicamente humana, y por ello universal, independientemente de ideologías o adscripciones religiosas. Porque la tendencia “natural”, los caminos trillados en la evolución biológica y que operan ya de forma irreflexiva (las vías obedientes de la gravedad, en mi lectura de Simone Weil), en relación con el dolor, los obstáculos, todo aquello que se nos opone o sentimos que nos supera, es o bien proyectarlos como violencia/resentimiento en algún enemigo externo, o bien introyectarlos contra nosotros mismos en formas depresivas y autodestructivas. La tercera vía, la de la alquimia que busca Alicia Kopf, es la vía del espíritu.

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