jueves, 25 de marzo de 2021

Alberto Ares Mateos: La rueca migratoria. Por Mercedes Fernández

Ares Mateos, Alberto: La rueca migratoria. Tejiendo historias y experiencias de integración. UPCo, Madrid, 2017. 364 páginas. Comentario realizado por Mercedes Fernández (Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones, Universidad Pontificia Comillas de Madrid).

Este libro dice mucho de su autor y de su entrega a la causa migrante, una entrega desde la cabeza y el corazón, como podría esperarse viniendo de un jesuita. Nadie lo explica mejor que el propio Alberto: "Mi ilusión ha sido tender puentes entre el mundo académico y la realidad social con los migrantes. Creo que en ese mundo he sido un privilegiado pues siento esas dos llamadas: la de dejarme afectar por la vida cotidiana de las personas, de las comunidades migrantes que me cuestionan, que plantean interrogantes, etc. Y a la vez tratar de poner luz desde la investigación, desde la mirada académica que intenta tematizar, influir en las políticas públicas de integración, en la sensibilización social y en la defensa de los derechos de los migrantes más desfavorecidos". Razón y pasión, acción y reflexión.

Esta doble vocación es el hilo conductor en la vida del autor de esta obra. Alberto entra en la Compañía de Jesús en 1997, animado por el ejemplo de vida de algunos de sus profesores. Su andadura en el compartir con los migrantes comienza muy poco después, en 1999, en Salamanca, trabajando en contextos de exclusión.

Desde entonces su actividad ha ido in crescendo, pasando por lugares como Pueblos Unidos en Madrid (primera etapa del 2003-2006), principalmente con población ecuatoriana, en el área de Boston con la comunidad salvadoreña (desde el 2006), y con alguna visita a la frontera entre EE.UU. y México (Brownsville-Matamoros), en Valladolid como director de la Fundación Red Íncola (2008-2011). En 2012 llega su tercera probación, la cual pasa conociendo de primera mano la cara más cruda de la migración: colaborando en México en un albergue para migrantes centroamericanos en tránsito en el camino del tren de la “Bestia” (Tierra Blanca – Veracruz). Ya de vuelta a España, asume la dirección de Pueblos Unidos en verano de 2013. En septiembre de ese mismo año es nombrado delegado del Sector Social de la Provincia de España, cometido que continúa desempeñando en la actualidad.

Lo anterior en lo que se refiere a la acción, pero vamos a la otra cara de la moneda, la reflexión. Alberto es un estudioso en profundidad de la cuestión migratoria, la cual ha comenzado analizando desde abajo. Así, empieza cursando el Máster en Migraciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas en el curso 2009-2010, culminándolo con un trabajo sobre hábitos de consumo de la comunidad marroquí en la ciudad de Valladolid. Este trabajo, dirigido por mí, y fruto de su actividad con la comunidad marroquí en Valladolid cuando dirigía Red Íncola, sirvió posteriormente como base para realizar una de las partes de su tesis doctoral. Su tesis es el producto académico (permítaseme la libertad) de la extensa experiencia vital de acompañamiento, empatía y compasión con los hermanos migrantes que he comentado más arriba. Mientras la escribe vuelve a la comunidad marroquí de Valladolid y revisita a los ecuatorianos en Madrid. Para estudiar a los salvadoreños se traslada de nuevo a Estados Unidos, realizando una estancia de tres meses en el Boston College. Obtiene brillantemente su título de doctor en octubre de 2013.

Continuando con su asombrosa capacidad de multiplicarse, desde entonces comienza una colaboración fructífera con el Instituto de Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas, como investigador afiliado, profesor en nuestros másters, director de tesis doctorales, colaborador con el Observatorio de la Movilidad humana, las Migraciones y el Desarrollo, OBIMID (donde ha coeditado un libro sobre fronteras), escribiendo artículos, organizando y participando en seminarios, congresos y entrevistas… Entrelazando en esto su papel en el sector social, es coordinador de la Campaña Hospitalidad en el ámbito estatal, a la vez que está colaborando de lleno con la recién creada Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos.

La obra que el lector tiene en sus manos viene a ser, pues, el decantado de la vida de su autor. Sus vivencias con los migrantes de múltiples nacionalidades y en contextos diferentes, su compartir con ellos alegrías y tristezas, momentos íntimos… unido a su conocimiento riguroso de las teorías migratorias y de las herramientas de investigación, han dado este fruto. Nos encontramos ante un estudio pormenorizado, artesanal, exhaustivo, encarnado, de primera mano, que nos permite comparar las pautas de integración de tres comunidades migrantes: salvadoreños en Boston, marroquíes en Valladolid, ecuatorianos en Madrid: 43 entrevistas, 73 observaciones (40 realizando la compra, 17 en celebraciones y festejos y 16 en actividades de ocio), 400 horas de facebook y 862 fotografías así lo atestiguan. El estudio identifica seis variables que el bagaje de la persona que emigra trae a sus espaldas en el momento de comenzar el proceso de integración: aspectos demográficos, origen urbano o rural, identidad étnica, nivel de estudios, historia personal, familiar y valores y proyecto migratorio. Por otra parte, existen cuatro vectores que conforman el proceso de integración propiamente dicho: los agentes de integración (familia, amigos, instituciones), los medios de integración (observación, comunicación), los atributos culturales (vestimenta, gastronomía, celebraciones) y otros (práctica religiosa, lugar de residencia, uso de las TIC).

Y con todo esto, Alberto nos propone un nuevo paradigma de integración, lo que él denomina el modelo de integración mixto, que va más allá de lo ecléctico. Cierto es, tiene elementos de todos los modelos clásicos, asimilacionistas o multiculturales, pero incorpora dos prismas adicionales: pues analiza la integración a través de una dimensión lúdica (ocio, celebración, consumo) pero entreverándola con la dimensión trascendente de la persona (las conductas proyecto, frente a las conductas mayoritarias) y con la actitud de ésta ante la vida y, por supuesto, ante sus apuestas y perspectivas de futuro. Por ello, al igual que no existen dos personas iguales, tampoco existen dos modelos o itinerarios idénticos de integración. Ello no obstante, de las variables analizadas pueden extraerse ciertos denominadores comunes (y universales) que van a resultar muy útiles a la hora de intervenir y/o interaccionar con las comunidades migrantes: el cuidado a la atención a la diversidad; la promoción de la ciudadanía y acceso a derechos básicos, el fomento de la educación y el liderazgo; y el empoderamiento; la comprensión de la identidad y el sentido de las celebraciones; el elemento religioso y el liderazgo comunitario; y la atención a la figura catalizadora de la mujer y los procesos de integración.



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