viernes, 12 de marzo de 2021

Ramón Andrés: Pensar y no caer. Por Libris Liberi

Andrés, Ramón: Pensar y no caer. Acantilado, Barcelona, 2016. 224 páginas. Comentario realizado por Libris Liberi.

No resulta fácil catalogar este libro en un género concreto. El texto se adentra en el terreno de la crítica literaria, la reflexión poética, el análisis de la sociedad, la intertextualidad dialogal, la filosofía de la vida cotidiana, la historia. El musicólogo Ramón Andrés lo hace con una envidiable erudición y una prosa elegante. Es, pues, un ejercicio inteligente (intus-legere, leer dentro) de escritura a partir de la lectura. Son diez capítulos con diez temas: el reparto, el cuerpo, la exclusión, lo animal-humano, Europa, músculos y quimeras, la escritura, la calumnia, la muerte, la nada. Cada uno de ellos surge a propósito de una lectura, para una lista inicial de diez obras correspondientes a diez autores (Predrag Matvejevic, W. G. Sebald, László Földényi, Giorgio Agamben, Witold Lutoslawski, Peter Sloterdijk, Joseph Brodsky, Sarah Kane, Györgi Ligeti, Béla Tarr). Pero la lista se enriquece y entrecruza con múltiples referencias literarias, pictóricas, musicales y cinematográficas. 

A pesar de su carácter aparentemente fragmentario, se trata de un verdadero ensayo, más que de una colección de ensayos. El hilo conductor está en que ofrece una lectura interpretativa de la sociedad contemporánea. «El individualismo, según ha sido modelado en el mundo de la modernidad, no es más que la ideologización de uno mismo» (p. 25). Así se ve, dramáticamente, en el Cuarteto de cuerda de Witold Lutoslawski, en el que los músicos deben tocar “siempre por separado” (p. 106). Hemos llegado a «animalizar a la humanitas» (p. 76). Esto, en cuando al contenido.

Respecto al método, el libro defiende que el trabajo intelectual reflexivo supone un compromiso y una resistencia. Esto se refleja en el mismo título del libro; Ramón Andrés defiende que “pensar y no caer significa pensar y no cejar, perseverar en la pregunta, no consolidarse, no quedarse ahí, no abonar lo estático, no poner el oído a la totalidad de la complacencia, no darse por concluido, porque nunca se llega a ser” (p. 193). Este es, también, el hilo conductor del libro. Digamos finalmente que la cuidada edición, que incluye medio centenar de imágenes y grabados, no desmerece la calidad del texto, si bien el tamaño o la calidad de algunas de ellas no siempre permite captar los detalles necesarios.


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