viernes, 28 de agosto de 2020

Mª Cristina Inogés Sanz: El Cantar de los Cantares. Por Javier Sánchez Villegas

Inogés Sanz, Mª Cristina: El Cantar de los Cantares. Don, compromiso y regalo. PPC, Madrid, 2017. 198 páginas. Colecciòn "Las palabras y los días" 4. Epílogo de Pedro Zamora. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Siempre he sentido una especial atracción por el Cantar de los Cantares. ¿Qué tiene de enigmático este libro?, me planteaba cuando era adolescente. Recuerdo al profesor de Literatura de 2º de BUP, cuando explicaba a Fray Luis de León, que nos decía que era profesor en la universidad de Salamanca, y que fue a la cárcel porque se le ocurrió traducir al castellano el Cantar de los Cantares. ¡Vaya!, pensaba, ¡pero si es un libro de la Biblia! ¿No decimos que el texto bíblico es palabra de Dios? ¿Entonces...? Mi curiosidad me llevó a leer el Cantar rápidamente. Y, os prometo, no entendí los argumentos de los acusadores. Y por escribir La perfecta casada, ¿no le pasó nada? ¿Qué puede saber un fraile sobre el matrimonio? Eso sí que me parecía una osadía, pero por ello no le hicieron nada. En fin...

Mª Cristina Inogés, la autora de este libro que estamos presentando, también tiene una anécdota bastante divertida sobre el Cantar de los Cantares. Dice así en la introducción:

"Tendríamos doce o trece años. Una semana castigada por la tutora del curso sin poder entrar en clase de Religión. Ese fue el resultado de mi primera aproximación al Cantar de los Cantares junto con mi compañera de pupitre.
No manejábamos mucho la Biblia en las clases de Religión y, siendo sincera, a mí no me llamaba la atención ese libro de letra minúscula y con un papel tan incómodo de manejar.

En un tiempo de estudio que había entre clase y clase, mi compañera y yo decidimos investigar en el índice de la Biblia. Nos propusimos encontrar algo interesante y nos llamó la atención "Cantar de los Cantares". Sonaba diferente a cuantos títulos veíamos a su alrededor. Era sonoro, bonito, atractivo. Así que buscamos la página y nos pusimos a leerlo.
Al principio no nos pareció muy interesante, aunque pronto nos llamó la atención eso de "Amada, te pareces a la yegua de la carroza del faraón". No entendíamos a qué se refería y seguimos nuestra lectura procurando ir las dos al mismo ritmo.
Al llegar al canto que comienza diciendo: "¡Mi amado es mío, y yo soy suya, del pastor de azucenas!", recuerdo que nos pareció de lo más romántico y paramos la lectura para escribir las dos, en nuestro cuaderno, el nombre que nos gustaría que tuviera en su día nuestro amado. No recuerdo el nombre que anoté, aunque estoy segura de que tendría reminiscencias medievales, ya que la Edad Media siempre ha ejercido en mí una gran fascinación.
Seguimos con nuestra interesante lectura cuando, de pronto, nos topamos con la descripción que el amado hace del cuerpo de la amada. Hasta ahí llegó la tranquilidad. Leer: "Tus cabellos, un rebaño de cabras descolgándose por las laderas de Galaad. Son tus dientes un rebaño esquilado recién salido de bañar, cada oveja tiene mellizos, ninguna hay sin corderos", fue demasiado para nuestra imaginación. La carcajada fue tan sonora y coordinada como el susto que se llevó el resto de las compañeras de clase y la religiosa que en ese momento nos acompañaba durante el tiempo de estudio.
Rápidamente, la religiosa nos interrogó sobre nuestro escandaloso comportamiento y nosotras, incapaces de responder, seguíamos riendo sin parar. Nos ordenó salir al pasillo. Dejamos las Biblias abiertas en el pupitre y salimos. Ya un poco calmadas volvió a preguntarnos sobre qué nos hacía tanta gracia. Con toda nuestra inocencia respondimos que ¡nos reíamos de la Biblia!
Siempre guardaré en mi memoria aquellos ojos abiertos con los que nos miraba y la cara de espanto. Entró en clase y fue a ver qué leíamos en la Biblia. Al salir de nuevo al pasillo su cara había mutado a más espanto al comprobar que leíamos el Cantar de los Cantares.
Así que el resultado de mi primera investigación bíblica fue una semana fuera de la clase de Religión, en el pasillo; no por haber interrumpido el estudio de nuestras compañeras ni por habernos reído de forma un tanto escandalosa. ¡No! El castigo fue por haber leído el Cantar de los Cantares.
Desde aquel día nos asignaron puestos distintos en clase. Mi compañera de pupitre y yo no volvimos a hablar del suceso. No sé si a ella le impactó o no lo que habíamos leído. A mí me empezó a picar la curiosidad, sobre todo porque algo tenía ese libro que era casi pecado leerlo. Y a los doce o trece años fue toda una invitación a no olvidarlo".

¿Qué tiene el Cantar de los Cantares? De entrada, un lenguaje del amor expresado en el lenguaje del cuerpo humano con toda clase de metáforas, eufemismos orientales y recursos poéticos que pone de manifiesto lo importante que para Dios es el amor entre dos personas.

Por otra parte, es el libro de la gran ausencia de Dios. Este cede todo su protagonismo al ser que ha creado y se aparta hasta no aparecer en el conjunto de cantos que componen el poema. Pero su presencia impregna todo el libro, igual que sucede en el libro de Ester.

Dice Cristina Inogés que Dios ama tanto al ser que ha creado que le enseña y muestra el erotismo como preludio a la entrega apasionada, porque el amor debe consumarse con ternura, para que los dos sean una sola carne en el disfrute del placer mutuo. De hecho, este libro podría resumirse en que habla de dos jóvenes que, con toda clase de metáforas y eufemismos, se llaman mutuamente y se invitan mutuamente a una relación sexual.

Ahora se entiende por qué a Fray Luis de León lo metieron en la cárcel. Era una falta grave el querer popularizar un texto bíblico. ¿Es por el lenguaje? ¿Por la temática? ¿Se puede expresar de otra forma el amor que Dios nos tiene, o el amor que tradicionalmente se dice que Jesús tiene a la Iglesia?

El libro se divide en siete apartados. En ellos, la autora va profundizando en el Cantar de los Cantares: qué es, el mundo relacional, la autoría, los desafíos que plantea (literarios, litúrgico-pastorales, sociales...), su reflejo en algunas místicas medievales, etc. Siempre con un lenguaje sencillo, y con mucha pedagogía, pero sin perder rigor, Cristina Inogés va introduciéndose en cada uno de los aspectos que caracterizan y forman parte del Cantar de los Cantares.

Tras el epílogo, escrito por Pedro Zamora (profesor de Sagrada Escritura en Comillas), Cristina Inogés nos presenta una bibliografía en la que recoge muchas obras, documentos y páginas web en las que el lector podrá profundizar si tal es su deseo en esta maravillosa obra poética que expresa sin parangón alguno el amor que Dios nos tiene. Hasta la próxima.

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