martes, 4 de abril de 2017

Felicísimo Martínez Díez: La moral cristiana, ¿opresora o liberadora? Por Iván Pérez del Río

Martínez Díez, Felicísimo: La moral cristiana, ¿opresora o liberadora? La pureza y el don. San Pablo, Madrid, 2016. 357 páginas. Comentario realizado por Iván Pérez del Río.

En la actualidad es usual encontrarse a personas que conciben las religiones como un conjunto de normas morales. La religión cristiana no se escapa de esta visión. En la prensa es habitual que aparezcan noticias sobre la posición de la Iglesia respecto al uso de medios anticonceptivos, su posición respecto a la homosexualidad, la comunión o no de las personas divorciadas y vueltas a casar, el aborto, etc. Esta realidad es más representativa de las sociedades occidentales, en las que la Iglesia Católica ha tenido un peso social grande. Cualquiera podría pensar que el cristianismo es fundamentalmente eso, un conjunto de normas, un código de conducta. Es solo eso, ¿un conjunto de cánones que regulan la conducta de los hombres? A veces incluso en el modo de presentar la moral cristiana puede dar la impresión de que se impone y de que, además, se hace extensible a toda la sociedad, ¿la moral que emana de la religión cristiana es solo para los cristianos o es universal?

En la obra el autor responde a esas preguntas y plantea la actual crisis de la moral cristiana. Felicísimo defiende una moral propuesta y no impuesta, una moral dialogada y reflexionada y no cerrada e inamovible, como si se tratara de un código legal. En el libro se enfatiza mucho la distinción entre fe y moral, para destacar que el núcleo del cristianismo es una experiencia religiosa, Jesucristo, y no un conjunto de mandatos o de valores. Resulta evidente que una fe madura desemboca necesariamente en una conducta coherente. Fe y moral, aunque distintas, están relacionadas.

La moral cristiana, al contrario de lo que se pueda pensar, es liberadora. En este sentido, el autor denuncia que la Iglesia, a lo largo de la historia, ha inscrito y amparado sistemas morales alejados del Evangelio de Jesús. Los prejuicios actuales acerca de la moral cristiana y la Iglesia, a juicio del autor, radican aquí. Felicísimo considera que la moral cristiana ha de ser una moral que libera, una moral de la felicidad y de las bienaventuranzas, no del deber. Es una moral que aspira a valores superiores comprensibles solo en el nivel de la fe.

Este libro es una buena herramienta para descubrir la moral cristiana, libre de manipulaciones que empañan el mensaje del Evangelio. Resulta también una lectura interpelante en el modo en cómo hacemos pastoral (en parroquias, colegios, universidades). En estos ámbitos, se puede tender a una pastoral basada, por un lado, en la transmisión de valores o, por otro, en normas impositivas. En esas dos tendencias nos estaríamos olvidando de lo más esencial, la transmisión de la fe, el posibilitar una experiencia religiosa. Siguiendo las palabras de Rahner, “el ser humano puede experimentar personalmente a Dios” y esa ha de ser la “meta inexorable” de la pastoral, del anuncio.

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