jueves, 21 de junio de 2018

Alister McGrath: La ciencia desde la fe. Por Manuel Béjar Gallego

McGrath, Alister: La ciencia desde la fe. Los conocimientos científicos no cuestionan la existencia de Dios. Espasa, Madrid, 2016. 328 páginas. Traducción de  Albino Santos Mosquera. Comentario realizado por Manuel Béjar Gallego.

El clásico conflicto de la ciencia y la religión ha dejado paso a una nueva cultura que entiende la razón y la fe como modos complementarios de aproximarse a los enigmas de la existencia. Así lo vive el autor que, consciente de no poder ofrecer conclusión definitiva de esta complementariedad, nos ofrece su visión personal como científico y creyente tras haber descubierto la renovadora experiencia de pensar distintas temáticas de frontera entre la ciencia y la religión. En este libro se plasma el pensamiento de un científico creyente que es consciente de la necesidad cultural de ofrecer una nueva cosmovisión para dar cuenta de la complejidad de la realidad. Sin ciencia, la imagen de la realidad quedaría ideologizada; sin fe, el sentido de la realidad quedaría en entredicho.

El autor presenta su cosmovisión en nueve capítulos organizados con una estructura que comienza con una teoría del conocimiento, transita por temas de frontera en cosmología, física de partículas, biología, evolución; y concluye con aspectos más típicamente humanistas como la ética, la búsqueda del sentido y la complementariedad ciencia-fe. Entre sus más de trescientas páginas destacamos su acierto al defender que la ciencia no es atea ni teísta. Simplemente es un modo de conocer fiel a una metodología incapaz de cuestionar la existencia o inexistencia de Dios. Donde solo caben explicaciones naturalistas no se presupone una opinión religiosa. Es acertado el tratamiento que hace de la denominada partícula divina. El bosón de Higgs ayuda a entender cómo funciona el universo, pero no responde al sentido de que haya un universo de partículas.

Ante los grandes enigmas de la física y la biología el autor esgrime argumentos clásicos que nos derivan a un universo muy antiguo descubierto por la cosmología moderna, compatible con la idea religiosa de que pudiera obedecer a un plan divino. Igualmente, los modelos cosmológicos actuales también son coherentes con la idea de un puro mundo sin Dios. Al posicionarse como creyente y cristiano, es razonable que termine su obra repensando algunos pasajes bíblicos sobre el alma a la luz de los conocimientos de la ciencia moderna. 

Por último considera en sus capítulos conclusivos que la ciencia posee límites y que la búsqueda del sentido religioso de la existencia enriquece la naturaleza humana y favorece el bienestar.

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