lunes, 7 de septiembre de 2020

Javier Melloni: Éxodo y éxtasis en Ignacio de Loyola. Por Marta Millà i Bruch

Melloni, Javier: Éxodo y éxtasis en Ignacio de Loyola. Una aproximación a su Autobiografía. Sal Terrae. Santander, 2020. 175 páginas. Colección “Servidores y Testigos” 166. Comentario realizado por Marta Millà i Bruch.

Si tuviera que añadir un subtítulo a la biografía de San Ignacio que nos presenta el jesuita Javier Melloni, este podría ser: “Razones língüísticas del Amor”; en mayúscula…, por supuesto. Sabemos que para el amor no hay razones que otorguen veracidad a nuestras relaciones más profundas; pero sí es cierto que la palabra nos ayuda a comunicar y a dar razón de las emociones que más hondamente sentimos. Y es que al principio, ya existía la Palabra…, como ya nos dice Juan en su Prólogo. Así que adentrarnos en esta biografía nos sumerge en un infinito don de palabras que nos acercan caleidoscópicamente a la vida de Ignacio de Loyola y a una experiencia del Amor que ha atravesado siglos y fronteras. 

Javier Melloni parte de la autobiografía de Ignacio que nació de las conversaciones entre él y el jesuita portugués Gonçalves da Câmara gracias a la insistencia del P. Nadal. Sigue el camino que el santo recorrió cronológicamente, pero “algo” invade toda la narración de manera que parece atravesar no solo la línea de tiempo sino avanzar a través de un “progresivo desplazamiento periférico hacia el centro”, expresión usada por Javier para describir los largos años de estancia del santo en Roma y que habla de esta hondura en su ser de peregrino. 

Quizás el regalo de ser una “biografía lingüística”, rica en etimologías, apoyada no sólo en la historia de las palabras sino en su morfología es lo que nos ayuda a ir caminando en la vida de Ignacio cruzando esta transversalidad hasta lo más hondo.

Experiencia, homo viator, tenacidad, rendición, inocencia, mociones, obediencia, jouissance, aranza, re-cordar, cueva, entusiasmo, conocimiento, boúlomai, thélema, aloneness… son sólo algunas de las múltiples palabras que nutren la vida de San Ignacio en estas páginas. Griego, latín, inglés, vasco, castellano…, ¡cuántas lenguas para describir una vida! 

Sin embargo, aún quedan, quizás, las palabras más significativas, substrato de todas las demás: éxodo y éxtasis, que dan título a la “aproximación a la Autobiografía”, y… ¡cómo no!..., Íñigo e Ignacio. Nombre y palabras integran la vida del Peregrino y nos llevan más allá porque “a Ignacio le quedó la certeza de que los demás también podían recibir lo que él recibió si se entregaban y se abrían a Dios” (p. 53) 

No quisiera que la lectora o lector piensen que están ante un “tratado de lingüística”… Al contrario, su lenguaje y su narración nos arrastran desde el principio y, por mucho que conozcamos la vida de este santo, nos conducen hasta el final de manera entusiasta. A través de la lectura acompañamos a Ignacio, hombre y amigo, desde Azpeitia hasta Roma, pasando por toda la geografía que recorrió como peregrino. La amistad, el don de la conversación y de la palabra, los estudios- en casa y en el extranjero-, la conversión, el humor, la pobreza y el estar con los pobres… son vivencias que nos interpelan y nos convierten también a cada uno de nosotros en peregrinos, “seres en camino”. 

Por supuesto, no dejan de aparecer las dos obras universales de San Ignacio: los Ejercicios Espirituales y la Compañía de Jesús. Peregrinaje, pues, que recoge la fecundidad de las tensiones y polaridades en su caminar. 

Una buena lectura para ir preparando la celebración Ignatius 500, conmemoración de los quinientos años de la conversión de San Ignacio que tendrá su inicio el próximo año 2021.

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