viernes, 10 de octubre de 2025

Albert Vanhoye: Acoger el amor de Dios. Por Miguel Córdoba Salmerón

Vanhoye, Albert: Acoger el amor de Dios. Sal Terrae, Santander, 2012. 254 páginas. Comentario realizado por Miguel Córdoba Salmerón.

La primera encíclica de Benedicto XVI, Deus caritas est, será la inspiración que guíe las páginas de este libro. El jesuita y cardenal francés Albert Vanhoye, autor de varios libros, artículos, ponencias... nos propone en esta obra unos Ejercicios Espirituales que espera nos permitan «que Dios nos comunique su gracia».

El título ya nos dice cuál va a ser el hilo conductor de los Ejercicios: «Acoger el amor de Dios», siendo una invitación activa para que sepamos acogerlo en sus diversas formas. Para ello, Albert Vanhoye nos propone la figura de María, para que sea ella la que nos ayude a superar las dificultades que podamos ir encontrando en nuestro caminar. Unas veces nos hará una referencia directa a ella, y otras su actitud estará en el fondo de las meditaciones.

Si nos fijamos bien, en los treinta y dos capítulos que abarcan el libro podemos descubrir los ocho días de los Ejercicios Espirituales, pasando por las cuatro semanas que nos propone san Ignacio. Los puntos para la meditación y la contemplación se irán alternando con pláticas sobre la materia de que versan los Ejercicios y, en algunas ocasiones, sobre cómo nos ayudan los Ejercicios a descubrir ese diálogo con el Señor para acoger su amor. Además, los siete primeros días están acompañados de la homilía que predicó durante la Eucaristía.

No todos los días tienen la misma extensión de capítulos. Vamos haciendo un repaso rápido por ellos para ver cómo se distribuyen. El primero de los días, que nos sirve de introducción y para ir tranquilizando nuestro espíritu, abarcará los cinco primeros, donde María será la protagonista, pues nos invitará a meditar los textos lucanos de la anunciación y la visitación a Isabel. Ello da pie al autor para introducirnos en el pórtico de los Ejercicios, el «Principio y Fundamento», entre los capítulos sexto y décimo, que nos ayuda a recordar que nuestra vocación es la de acoger el Amor de Dios en toda nuestra vida, porque «hemos sido creados para amar a Dios con todo nuestro ser y para amar al prójimo como a nosotros mismos».

Con una plática sobre cómo «Acoger agradecidos el amor redentor para ser purificados» nos introduce el jesuita francés en la primera semana, tercer día de nuestros Ejercicios, no haciendo hincapié en el pecado, sino en la misericordia de Dios, y cómo su mirada siempre es una mirada de amor y de acogida. Ello lo hace a través de los textos de la primera carta de Juan y el de la pecadora agradecida.

Con la meditación del nacimiento de Jesús comenzamos la segunda semana y el cuarto día de los Ejercicios, que ocupará cinco capítulos (entre el 15 y el 19). Este ejercicio será planteado desde la invitación a acoger con Jesús el amor que viene del Padre y a transmitir con él este amor, y esto ya es una llamada a seguirle, «silenciosa pero poderosa». Así, nos propondrá después las llamadas a los discípulos, la vocación de Mateo, e insertará el primer acto público de Jesús con el milagro de la boda de Caná, que nos habla de cuál será el papel del discípulo. 

El quinto día, enmarcado en la segunda semana, irá pasando por los temas del discernimiento, la oración y la Transfiguración de Jesús, y en la homilía tratará el tema del comienzo de la vida pública narrado por Lucas, que es el momento en que Jesús predica en la sinagoga de Nazaret.

La tercera semana abarca dos días. Comenzará con el sexto (capítulos 24 a 26). En él solo meditaremos-contemplaremos la Eucaristía, primero a través de un texto de Jeremías, y después con el texto de 1 Cor y el de los evangelios sinópticos. En el séptimo (capítulos 27 a 30) se aborda la contemplación de la Pasión, que nos ayudará a conocer más íntimamente a Jesús y contemplar «su amor en su expresión más intensa y generosa». Iremos pasando suavemente por los tres evangelios sinópticos.

El octavo día constará de dos contemplaciones, ambas ya pertenecientes a la cuarta semana (capítulos 31 y 32). Haremos el camino de la conversión de Emaús y sentiremos cómo Cristo se hace presente en nuestra vida cotidiana.

Para finalizar, quiero recomendar la lectura de esta obra, pues con su lenguaje sencillo, pero al mismo tiempo lleno de profundidad, nos ayudará a profundizar en nuestro corazón y ser más conscientes de cuáles son las ataduras que no le dejan acoger con espacio suficiente el amor de Dios. Pero a quien vaya dejando que la lectura y la meditación de estas palabras sean mediación de la palabra de Dios sobre nosotros le permitirá ir desatándose de esos nudos y acercarse más al Padre, que, como en la parábola del Padre bueno, nos espera y sale a nuestro encuentro con los brazos abiertos.


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