viernes, 13 de julio de 2018

Elena Andrés Suárez y Carlos Esteban Garcés (coords.): La interioridad como paradigma educativo. Por José Fernando Juan Santos

Andrés Suárez, Elena y Esteban Garcés, Carlos (coords.): La interioridad como paradigma educativo. PPC, Madrid, 2017. 237 páginas. Comentario realizado por José Fernando Juan Santos.

La escuela está en búsqueda de sí misma. Si alguna vez dejó de preocuparse por lo que era, los tiempos contemporáneos preguntan incansablemente para qué sirve y a quién sirve. Nunca antes en la historia hubo tanta innovación, ni tantos educadores capaces de crear sinergias. Éste es el contexto en el que este libro hace su aportación significativa en torno a la interioridad, para no convertirla en un proyecto sino en núcleo esencial que haga girar a la educación en su conjunto hacia la persona, su desarrollo integral. En él encontramos tres bloques de artículos que pretenden ofrecer una fundamentación de la propuesta, experiencias y realidades prácticas que ya están vivas en diversas escuelas y ámbitos educativos, y hacer extensiva la educación en la interioridad a otros espacios más amplios como son el ámbito laboral o la familia. 

La educación en la interioridad es una llamada a educar pensando en sujetos que sean sólidos, se conozcan a sí mismos, y al mismo tiempo descubran sus dones para ponerlos al servicio de los demás. No excluye, como las críticas quieren hacer ver, ese compromiso necesario con el otro, ni es ensimismamiento egoísta en uno mismo. Al contrario. Surge de la necesidad, tomada como oportunidad, de responder al paradigma de la posmodernidad y los análisis que derivan de ella. Y, en este caso, hacer de la educación entera, y de la escuela en particular, núcleo de esta nueva respuesta. Muy enraizada, por otro lado, en la tradición cristiana y en la espiritualidad como motor de la persona. 

Especial interés tiene, por su claridad, la primera parte, la dedicada a la fundamentación. Cuatro grandes artículos que asientan bien la propuesta que se hace desde la interioridad, y que luego sirven para comprender a fondo, y no tomar como meros recursos, las partes segunda y tercera. En concreto, en la segunda se presentan buenas prácticas educativas: Proyecto Hara, de La Salle; Proyecto “I”, de la Compañía de María; Proyecto “Qéreb”, de Maristas; y proyecto “Descan-Ser”, de Menesianos. Y en la tercera se comentan estructuras de apoyo basadas en la interioridad en otros ámbitos de la vida: creyente, personal, profesional y familiar. 

La lectura es clarificadora. Suena la interioridad y se cuestiona demasiado pronto como sentimentalismo. Quizá era necesario, en este sentido, un libro así, con múltiples perspectivas y horizontes. También para la pastoral, citada constantemente como espacio para trabajar desde la interioridad y acompañar respetuosamente en la interioridad, propia y del otro. ¿Es posible, me pregunto, llamar educación o escuela a lo que no cuide muy especialmente y con mimo casi sagrado el corazón?

2 comentarios:

  1. Javier, muchas gracias por tu acogida de este libro en el que, tras sus páginas yo veo tantos rostros de educadores, entre ellos el tuyo. Un fuerte abrazo

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    1. Gracias a ti, Elena. Con libros como este, poco a poco se va construyendo un proyecto unificador, integral y completo que da sentido a lo que somos.
      Un abrazo, Javier.

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