lunes, 9 de julio de 2018

Jesús Martínez Gordo: Estuve divorciado y me acogisteis. Por Salvo Collura

Martínez Gordo, Jesús: Estuve divorciado y me acogisteis. Para comprender Amoris laetitia. PPC, Madrid, 2016. 221 páginas. Prólogo de Mons. Bruno Forte. Comentario realizado por Salvo Collura.

Jesús Martínez con su última obra, cuyo prólogo ha sido realizado por Mons. Bruno Forte, proporciona un detenido examen histórico de las aportaciones y debates que dieron como resultado la exhortación pos-sinodal Amoris laetitia (AL), de 2016. El pontificado del papa Francisco ha permitido la comprensión de algunas cuestiones de moral familiar y de la persona, que a lo largo del siglo XX, y cada vez más, han suscitado no pocas polémicas.

Para entender la hondura de las claves ofrecidas por AL, Martínez nos guía a través de la historia, resumiendo los procesos que con Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI han caracterizado la discusión, aclarando las distintas posturas que sobresalen y que están presentes incluso en el debate de los dos últimos sínodos (2014-2015) y de la misma recepción de la carta del papa Francisco. En este recorrido, el autor dedica espacio, antes que nada, al magisterio del Concilio Vaticano II y, sobre todo, a las afirmaciones de Humanae vitae (1968), según los matices y las consecuencias que ha ido determinando en la opinión pública y en la praxis del pueblo de Dios. Un diálogo difícil, cuyas incomprensiones fueron en aumento, distanciando no solo las posturas de la praxis sino, más bien, la manera de leer y entender la realidad de la vida conyugal y el mismo concepto de familia. Martínez destaca la continuidad, en la fase pos-conciliar, entre Pablo VI y sus sucesores, incluyendo la sesión sinodal de 1980, la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe Donum veritatis (1990) y la labor de la Comisión Teológica Internacional que culminó con el documento ‘Sensus fidei’ en la vida de la Iglesia (2014) según una trayectoria que rápidamente deslizó el eje de la discusión de la praxis hacia los criterios dogmáticos para entenderla, hasta volver con el papa Francisco a privilegiar, bajo el lema de la misericordia, la dimensión más puramente pastoral. Las novedosas aportaciones de Francisco tienen que ver con las dimensiones hermenéuticas de fondo y pretenden entrelazar teología y experiencia, mucho más estrechamente que en el pasado, sin perder de vista la tradición recibida. Según el autor, se da paso a la comprensión de las tensiones que han caracterizado los últimos dos sínodos y la recepción, no uniforme, de AL que, todavía, sigue reservando sorpresas. 

Martínez, con su estilo narrativo y apasionado, se apoya en Baldisseri, y la clave hermenéutica de la misericordia, y en Schönborn y la noción de “conversión pastoral” para introducir sus conclusiones acerca de AL, subrayando algunos aspectos centrales, bajo el lema de “puertas entreabiertas”: la novedad en el estilo de la enseñanza magisterial, la atención dedicada a la realidad de las familias con sus desafíos, la centralidad del amor en la vida de pareja, el cuidado especial hacia las “situaciones irregulares” que son, según matices, la de los homosexuales y la de los divorciados casados civilmente. Por aquí toca seguir avanzando.

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